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NINA KULAGINA: UN CASO ÚNICO EN LA HISTORIA DE LA PARAPSICOLOGIA


En la historia de la parapsicología internacional nunca antes, ni después, se ha producido un caso similar. Nina Kulagina fue investigada durante 30 años por muchos científicos de su época. Cuando fue acusada de fraude por los pseudo-escépticos, los denunció y fue a juicio. El Tribunal, por primera vez en la historia, dictaminó que sus facultades eran genuinas. Hemos tenido acceso a testimonios y documentos inéditos. Y durante meses hemos trabajado intensamente con las fuentes originales en ruso. El fruto de ese esfuerzo es este extenso informe.




Reproducción experimento Kulagina

Mis compañeros del Centro de Investigaciones Psicobiofísicas de Vigo encienden la cámara de vídeo y me rodean completamente. Previamente han examinado la mesa, la silla, y los elementos que vamos a utilizar en la prueba. Sobre la mesa una urna de cristal. En su interior han depositado varios objetos de distintos materiales, no necesariamente conductores: unos cigarrillos, unos clips, unas cerillas, unas servilletas de papel… Después cierran la tapa de la urna de cristal y la precintan con un candado. Imposible que yo pueda tocar ninguno de aquellos objetos. Comienza el experimento.

Sitúo mis manos a ambos lados de la urna de cristal, manteniéndolas a un par de centímetros de la misma. Aprieto los dientes y adopto un rictus circunspecto, concentrado en la intención de mover aquellos objetos con mi energía psíquica, como si en ello me fuese la vida.

No es una técnica sencilla. Se requiere cierta práctica y pericia. Hay que moverse despacio y con suma precaución si no queremos que el efecto fracase. Cualquier mentalista sabe a lo que me refiero…

Fuerzo la intensidad de mi concentración, e incluso consigo que una gota de sudor resbale por mi mejilla concentrando la tensión muscular en todo mi cuerpo. Mis brazos, y por extensión mis manos, empiezan a vibrar por el esfuerzo, y por fin se aprecia un primer movimiento en uno de los clips… Después un cigarrillo comienza a girar levemente dentro de la urna de cristal. Mis compañeros se miran entre si perplejos e incrédulos. El cámara cierra el plano sobre el interior de la urna de cristal, absolutamente precintada. Y su entusiasmo estalla en un aplauso cuando una de las cerillas de madera comienza a elevarse de la mesa por uno de sus extremos, cuasi-levitando… Más tarde reproduzco la levitación de otros pequeños objetos entre mis manos, ya sin el blindaje de una urna de cristal. De esta forma es más sencillo realizar el efecto de la levitación…




No. No poseo ninguna capacidad paranormal. Aquel experimento en el laboratorio del Centro de Investigaciones Psicobiofísicas de Vigo tenía por objeto reproducir, con técnicas de prestidigitación, más concretamente de mentalismo, las filmaciones más extraordinarias de la historia de la parapsicología mundial. Las pruebas de laboratorio que varias docenas de físicos, químicos, psiquiatras y neurólogos realizaron, durante años, con la presunta psíquica más sorprendente de la historia de la parapsicología mundial: Nina Kulagina.

A pesar de que mis técnicas pudieron imitar, e incluso superar, los vídeos de la Academia de Ciencias soviética, en los que Kulagina aparentemente movía e incluso podía levitar pequeños objetos sin contacto físico, tengo mis dudas sobre el fraude. Yo utilicé un sistema combinado de imanes y reel (un gadget utilizado por magos de todo el mundo, fabricado con hilos muy finos y resistentes, casi invisibles). Después de la información, documentos y testimonios directos e inéditos que he recopilado durante los últimos años en torno al caso Kulagina, dudo seriamente que ella hiciese lo mismo…

Una heroína de la II Guerra Mundial

Ninel Sergeyevna Mikhailova (su apellido de soltera), nació en Leningrado (hoy San Petesburgo) el 30 de julio de 1926. En Junio de 1941, cuando los nazis iniciaron la ofensiva contra la URSS y Leningrado fue sitiado, la pequeña Nina apenas tenía 15 años. Sin embargo, y como muchos adolescentes de su generación, se alistó en el ejército, junto con su hermana, hermano y padre, para luchar contra los alemanes, convirtiéndose en operador de radio en un regimiento de tanques. Era evidente que aquella corpulenta joven soviética no se asustaba con facilidad ante las adversidades.

Durante los 900 días del feroz sitio a Leningrado, la joven Nina maduró a marchas forzadas, mientras servía en una división de carros de combate, escuadrón de blindados nº 71, especialmente en los legendarios T-34, considerados el mejor tanque de la II Guerra Mundial. Allí se hizo mujer, pero también sufrió el hambre, los bombardeos, los cortes eléctricos y el gélido frío del invierno ruso, de hasta 40 grados bajo cero. Y a pesar de la coraza blindada de los históricos T-34, y como muchos compañeros de su unidad, terminó sintiendo en sus propias carnes el efecto de la metralla. En enero de 1944 fue gravemente herida por la artillería nazi, e ingresada de urgencia, pero también se hizo merecedora de una medalla al valor, y de un ascenso a sargento del ejército rojo.

Después de la II Guerra Mundial Nina Mikhailova se casó con un ingeniero naval del Báltico, y miembro del comité local del Partido Comunista, Viktor Vasilievich Kulagin, adoptando su apellido de casada. Pronto fue madre. Tuvo tres hijos.

En 1963 aquella ama de casa y madre de familia, condecorada por su valor en combate durante la guerra, es víctima de una crisis nerviosa, e ingresada en el Hospital de Leningrado. Durante su estancia en el hospital, mataba el tiempo cosiendo, y a decir de sus biógrafos, en ese momento es cuando sus supuestas capacidades extrasensoriales se hacen públicas. Según “El efecto K”, el libro que Viktor Kulagin publicaría años más tarde, las enfermeras del hospital se percataron de que aquella paciente era capaz de localizar las madejas de hilo del color que necesitaba, rebuscando en el cesto costura con la mano pero sin necesidad de mirarlo. Y entre los empleados del hospital comenzó a comentarse el rumor, de que aquella paciente tenía una habilidad especial.

Al principio fue un cotilleo anecdótico, sin mayor trascendencia. Pero en aquellos días el Dr. Leonid Leonidovich Vasiliev, Jefe del Departamento de Fisiología del Instituto Bekhterev del Cerebro y profesor de fisiología en la Universidad de Leningrado desde 1943, era uno de los primeros académicos soviéticos que investigaba el fenómeno de la Percepción Dermoóptica (DOP), presunta capacidad extrasensorial de percibir información, colores o formas a través de la sensibilidad de la epidérmica. Y alguien le habló al prestigioso fisiólogo de aquella paciente del hospital, que parecía tener una sensibilidad anómala en la piel de sus dedos.

VasilievVasiliev fue el primer científico soviético que pudo testar las supuestas capacidades paranormales de Kulagina, y probablemente esto fue un factor decisivo para que el caso no fuese sepultado en el olvido por la férrea censura atea comunista, poco dada a creer en milagros. Leonid Vasiliev no era un científico cualquiera. Contemporáneo de J.B. Rhine, Vasiliev intentó reproducir en la Universidad de Leningrado el laboratorio de parapsicología de Rhine en la Universidad de Duke, replicando los experimentos del psicólogo Pierre Janet. Autor de numerosos libros sobre parapsicología, muchos de los cuales están traducidos al inglés o al español, y a pesar de que llevaba muchos años investigando los fenómenos PSI, dijo de Kulagina: “Durante mis 30 años de investigación paranormal, jamás he visto nada parecido”.

Lo que comenzó como una investigación rutinaria en torno a la percepción dermoóptica derivó en algo mucho más complejo. Durante sus primeras entrevistas, en casa del matrimonio Kulagin, Nina y Viktor describieron las sorprendentes capacidades psicokinéticas que la esposa aseguraba manifestar desde su juventud. Nina creía haber heredado de su madre aquella capacidad psíquica, que se expresaba, especialmente, cuando era víctima de algún brote de ira. “Cuando se enfada, las cosas se mueven o se rompen solas”, aseguraba su esposo. Con el tiempo, siempre según su biógrafo y marido, Nina había aprendido a controlar aquella capacidad, y por si el prestigioso fisiólogo no le creía, le mostró unas antiguas películas de vídeo casero, filmadas por el mismo Viktor Kulagin, donde podemos ver a una jovencísima Nina colocando sobre una silla una urna de cristal, en el interior de la cual depositaba pequeños objetos. Objetos que, tras unos minutos de intensa concentración, aparentemente podía mover sin ningún contacto físico. El hijo de alguien vinculado al caso tuvo la amabilidad de facilitar a EOC una copia de esas películas, de pobre calidad pero sorprendentes.

Según relata en sus informes, el Dr. Vasiliev pudo reproducir en condiciones de control lo que se veía en aquellas primeras filmaciones caseras. Pero esta vez en el laboratorio de la Universidad de Leningrado, y cuando se convenció de que no existía fraude, o al menos él no pudo identificarlo, se atrevió a jugarse su credibilidad y prestigio académico, dando a conocer el caso. En enero de 1964, durante la celebración de un congreso de médicos y científico en Leningrado, Nina Kulagina fue presentada a la comunidad académica.

Vasiliev murió en 1966, y su colega el Dr. Zdenek Rejdak, psicólogo del Instituto Militar de Praga, tomó el relevo. Ojo a este nombre. Rejdak fue el autor del término “psicotrónica”, para referirse a la parapsicología en el ambiente académico soviético durante la guerra fría, y al intento de utilizar supuestos dotados con fines militares. Y sin duda una influencia decisiva en la trayectoria de Nina Kulagina a partir de entonces.

Desde su presentación en aquel congreso de enero de 1964, y hasta su muerte en abril de 1990 Nina Kulagina se convirtió en un conejillo de indias para los investigadores soviéticos primero, y llegados de todo el mundo después. Sus presuntas capacidades fueron testadas en más de 25 laboratorios diferentes: desde la Universidad de Leningrado o la de Moscú, hasta el Instituto Psiquiátrico VM Bekhterev o al Intituto Polenov ALAMS, pasando por el Instituto de Radio, Ingeniería y Electrónica, la Academia de Ciencias de la URSS, etc.

Fue sometida a experimentos típicamente soviéticos: hipnosis, cámara Kirlian, psicotrónica, psicoterapia motivacional, etc, que quizás podríamos acoger con especial escepticismo en la Europa capitalista. Pero también a todo tipo de pruebas, neurológicas, físicas, químicas, electromagnéticas, médicas… ¿Los engañó a todos?

PK: el poder de la mente sobre la materia

A pesar del entusiasmo inicial que mostraban los científicos amantes de aquella nueva “ciencia” llamada psicotrónica, el comité local del Partido Comunista no veía con buenos ojos los crecientes rumores sobre la camarada con poderes sobrenaturales para hacer milagros. Lo sobrenatural y el marxismo no suelen combinar bien. A pesar de que Victor Kulagin era miembro del comité de distrito del Partido, sus camaradas recibieron el caso con burlas, chanza y escepticismo. Alguien sugirió que sin duda Nina estaba burlándose de todos, utilizando hilos invisibles, o pequeños imanes escondidos en la ropa, o tal vez aún tuviese en su cuerpo algún trozo de metralla magnético, como recuerdo del frente… Y aquel rumor, que veinte años después recuperarían los pseudo-escépticos occidentales, obligó a los investigadores a ponerse más duros en los controles.

Antes de aquellos experimentos tanto las ropas de Kulagina, como la mesa y la silla de los experimentos, eran recorridas por los investigadores, con una brújula, para intentar detectar imanes escondidos. El cuerpo de la psíquica fue radiografiado con rayos X para eliminar la posibilidad de restos de metralla alojados en su cuerpo, y en muchos de las pruebas de telekinesis se utilizaron objetos de vidrio, cerámica, oro, plástico, etc, en teoría no susceptibles de ser afectados por electroimanes o campos magnéticos fraudulento.

El Dr. Genady Sergeyev, neurofisiólogo que prestaba servicios en el Instituto Militar Ukhtomskii de Leningrado fue uno de los primeros en unirse a los investigadores del caso Kulagina. Y así recordaba su primer encuentro con la controvertida psíquica: 

“Visité a la familia Kulagina en la noche del 26 de febrero de 1968. El Sr. Blazek, un editor amigo estaba conmigo, también me acompañaba un médico, el Dr. J.S. Zverev. Su marido, un ingeniero, también estuvo presente. El Dr. Zverev sometió a la Sra. Kulagina a un muy minucioso examen físico. Pruebas con instrumentos especiales no mostraron ninguna indicación de imanes ocultos o cualquier otro objeto… 

Revisamos la mesa a fondo y también pedimos a la Sra. Kulagina cambiar de posición en la mesa con frecuencia. Pasamos una brújula alrededor de su cuerpo y la silla y mesa, con resultados negativos. La invité a lavarse las manos… 

Después de la concentración, la aguja de la brújula se giró más de diez veces y, a continuación, toda la brújula, y una caja de fósforos… Yo puse un cigarrillo delante de ella, que se movió también…” 

Entre cada serie de pruebas, fue de nuevo examinada físicamente por el médico.

Los experimentos de Sergeyev fueron reproducidos en el Instituto de Mecánica de Precisión y Óptica de Leningrado, teóricamente en condiciones de control. Y lo que ocurrió entre aquellas paredes, durante los últimos años 60 es sencillamente increíble. Según los informes científicos, a los que EOC ha tenido acceso, Kulagina no solo podía mover sin contacto objetos que eran seleccionados por los investigadores, sino que también poseía toda una variedad sorprendente de capacidades psíquicas. Los informes hablan de experimentos de telepatía, clarividencia, psicofotografía, dermo-optica, fitometarquia y parazoogesis (o pararquia), pirogénesis, etc. Esos informes y testimonios, y las filmaciones en vídeo que existen de muchos de esos experimentos, pretenden que Nina Kulagina llegaba a alterar la trayectoria de un rayo láser, a provocar quemaduras con el contacto de sus manos, o a separar, en un recipiente de laboratorio, la yema de la clara de un huevo en una solución salina, a dos metros de distancia… Increíble. 

Pero aquellas espectaculares exhibiciones implicaban un precio. Según los informes médicos -las constantes de la sujeto estaban controladas en todo momento- durante las intensas sesiones de experimentación, el pulso de Kulagina llegó a alcanzar las 240 pulsaciones. Pesada antes y después de cada experimenteo, lo habitual era que perdiese entre 500 y 700 gramos por jornada (V. Zakharchenko), pero algunas fuentes aseguran que llegó a perder hasta 2 kilos en una sola sesión. Según los controles electroencefalográficos, el estado emocional de Kulagina experimentaba alteraciones muy fuertes, y también se detectaban niveles muy altos de azúcar en sangre. En varias ocasiones Kulagina se quejaba de fuertes dolores en la columna vertebral, pérdida de visión, etc. Su sistema endocrino se vio alterado, y desde entonces sufrió con frecuencia dolores en brazos y piernas, falta de coordinación y vértigos.

Su salud se resentía a causa de la insistencia de los investigadores por ir cada día un poco más allá. Pero es comprensible. Quienes hemos tenido la oportunidad de conocer personalmente a supuestos psíquicos como Uri Geller, Monica Nieto, Luiz Antonio Gasparetto, etc, comprendemos que nunca antes, y nunca después, un grupo de científicos interesados en lo paranormal, tuvo la oportunidad de experimentar tanto tiempo, y tan profundamente, con un sujeto capaz, supuestamente, de tan insólitas proezas como Kulagina. El Dr. Y. Terletsky, catedrático de física teórica en la Universidad de Moscú sentenció : “La señora Kulagina posee una forma de energía que no conocemos”.

Ante tales prodigios, y aunque Kulagina nunca buscó protagonismo, sino lo contrario, era evidente que iba a resultar imposible mantener aquella historia en secreto. Las filmaciones de la mujer, moviendo pequeños objetos en el interior de una urna de cristal fueron proyectadas en el I Congreso de Parapsicología de Moscú, y pronto cruzaron el planeta. Un equipo de la TV japonesa viajó a Leningrado para entrevistar a Kulagina y filmar por si mismos sus supuestos poderes. 

Aquello no hizo mucha gracia al Krenlim, y cuando, a partir de 1970, algunos investigadores occidentales empezaron a expresar su interés por investigar el caso, empezaron los problemas. Sobre todo con los norteamericanos. EEUU y URSS estaban en plena guerra fría, y alguien en el KGB tenía la esperanza de que Kulagina tuviese algo que ofrecer al espionaje soviético. Y los mejor es que, auténtica o fraude, tenía mucho que ofrecer…


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