El Último libro de Manuel Carballal ¡¡YA A LA VENTA!!

CLASIFICACIÓN: CONFIDENCIAL. Autor: Manuel Carballal. ¡YA A LA VENTA!

JORDAN PEÑA: EL MENGELE DEL MISTERIO


Yo también lamenté la muerte de Jordán Peña… sin haber pasado por prisión. Cruel, mentiroso, conspirador, despiadado, sádico… Se me ocurren mil calificativos. Cobarde entre otros muchos. Como cobardes han sido los que estos días, tras su muerte, se han permitido rendirle homenaje como “un padre de la parapsicología española”…




Aceptaría, e incluso apoyaría, cualquier argucia de los compañeros investigadores que, dando coba a la familia, aspirasen a hacerse con los archivos que todavía esconden muchos secretos infames del mayor cáncer de la historia de las anomalías en España. En este caso hasta el peloteo es lícito.

Pero lo que no puedo comprender, escuchando programas como los que Iker Jiménez, Joaquín Abenza, etc, han dedicado a “la memoria” de este “referente” de la parapsicología, es que se hayan pronunciado todo tipo de disculpas a sus “sombras”, prefiriendo quedarse con sus “luces”… ¿Luces? ¿Qué luces? José Luis Jordán Peña ha hecho más daño a la credibilidad del estudio de las anomalías, que mil pseudoescépticos, exopolíticos, videntes y contactados juntos.

Es imposible cuantificar cuánto dinero, ilusiones, tiempo, esperanzas, sufrimiento, e incluso vidas humanas, pueden haber costado sus embustes. Engaños, fraudes, estafas y mentiras que, como otros muchos antes y después de él, intentaron justificar como “experimentos sociológicos”.

¡Y una polla!

Jordán Peña, como los de su calaña, no confesó nada. Quienes, todavía hoy, defienden como auténticos asuntos como UMMO, intentan sembrar la duda sobre la “confesión” de Jordán Peña, argumentando que no es creíble. Pero olvidan que todos los engaños y fraudes que vamos descubriendo, día a día, sobre la trayectoria paranormal de Jordán Peña fueron desenmascarados por los investigadores, antes de que Jordán se viese obligado a reconocerlos, ante el peso de la evidencia. Desde UMMO a la abducción de Julio F., pasando por sus contactos con el CESID, su mentiras sobre Belmez, etc… Todo lo descubrimos los investigadores, antes de que Jordán reconociese sus culpas. Por tanto, no se trata de creer una confesión, que no es tal, sino que Jordán simplemente se vio sin argumentos para negar lo irrefutable. Y esto es muy importante.

¿Quién fue realmente Jordán Peña?

José Luis Jordán Peña nació en Alicante, el 13 de octubre de 1933. Sus padres, Rogelia Peña Serrano y Dionisio Jordán Infante se habían casado, en en Sorihuela del Guadalimar (Jaén), el 1 de septiembre de 1921.

Aunque nacido en Valdepeñas (Jaén) el 29 de julio de 1887, Dionisio Jordán Infante estudió dibujo y pintura en Madrid (de la mano de don Emilio Sala). Sus padres, José Jordán Cobo y de Dionisia Infante Marcos (abuelos de Jordán Peña), decidieron fomentar las natural habilidad del niño para la pintura, y con ello decidieron su futuro y, quizás, jugaron un papel en los orígenes de UMMO.

Dionisio Jordán desarrolló sus habilidades naturales en la Escuela especial de Pintura, Escultura y Grabado de Madrid, donde obtuvo el título de Profesor de Dibujo en 1915. Un año después, con ocasión de la visita a Jaén de la Infanta Isabel de Borbón, la Diputación Provincial le regaló una acuarela obra de Dionisio Jordán. Dos años después, bajo la dirección del maestro Rafael Hidalgo de Caviedes, preparó las oposiciones al Cuerpo de Profesores de las Escuelas Normales, incorporándose, como Profesor de Dibujo a las escuelas de Alicante. De hecho encontramos, en el Boletín Oficial del Estado, el rastro de sus diferentes nombramientos. En dicha ciudad terminaría estableciendo su vida. Y allí nacerían sus dos hijos: José Luis y Mª Ángeles (muerta el 24 de abril de 2010).


Sin duda Dionisio Jordán inculcó a sus hijos su pasión por el dibujo. Y ahí encontramos la explicación a los detallados planos y croquis que ilustraban, para maravilla de sus receptores, los informes ummitas. Idénticos en detalles y estilo, a los que ilustran las investigaciones de Jordán Peña sobre los Poltergeist. Y algo más inculcó Don Dionisio, a sus hijos… la pasión por el estudio. El reputado profesor de pintura también se sacó una licenciatura en derecho, en 1930, y sin duda su pasión por los libros fue heredada por su hijo. Aunque decidiese utilizar sus conocimientos en fines tan perversos…

José Luis Jordán Peña dejó Alicante y se trasladó a Madrid a mediados o finales de los años 50. De sus primeros años en la capital tenemos noticia de algunos de sus primeros comportamientos delirantes. Como el “experimento” (¿?) de sembrar el caos en su barrio lanzando billetes de 1 peseta desde la azotea de su pensión, o la detención de que fue objeto por realizar llamadas insultantes a la policía, tiempo después.

A pesar de que siempre se presentó como Ingeniero y Técnico Superior en Telecomunicaciones y Psicólogo Industrial, no nos consta ninguna titulación académica en ese sentido. Si bien a mi me aseguró que había sido profesor de matemáticas, física y electrónica en el Instituto Lope de Vega, siguiendo, una vez más, los pasos de su padre. Y fue precisamente su cualificación como profesor de ciencias, lo que le permitió aderezar los informes ummitas de conceptos, datos y con frecuencia simples especulaciones, que fascinaron a los receptores, menos familiarizados que él con los últimos avances en el campo de la ciencia.

Casado con Mª Teresa Moreno Cabrera, tuvo varios hijos. Dos de ellos al menos, José Luis y Maite (ambos licenciados en Psicología por la U.C.M.) estuvieron presente en el tanatorio en día de su funeral. Y él, José Luis Jordán Moreno, fue el responsable de la sorprendente esquela publicada en El Mundo, incluyendo el símbolo de UMMO… Toda una declaración de intenciones. José Luis Jordán Moreno, por cierto, fue candidato suplente a la Asamblea de Madrid por el PP…

Establecido en Madrid sabemos positivamente que José Luís Jordán Peña trabajó como ayudante de telecomunicaciones (no como Ingeniero) en la empresa Agromán, a partir de 1964. Al parecer en un departamento interno dirigido por José Mª Aguirre González, hijo del Presidente-Fundador D. José Mª Aguirre Gonzalo. Y permaneció en la empresa hasta 1987.

Por esas fechas comienza a frecuentar las reuniones de Fernando Sesma en La Ballena Alegre, hasta el punto de ingresar en BURU, la Sociedad de Amigos de los Visitantes del Espacio dirigida por Sesma, poco antes de su disolución en 1965.

Para entonces todavía no existían los ummitas. Fernando Sesma recibía y compartía con sus seguidores, los mensajes de Saliano y una pintoresca y caótica civilización extraterrestre: los auquianos, que Jordán Peña decidió perfeccionar. De hecho, los ummitas, que aparecen en escena poco después de la llegada de Jordán Peña a La Ballena Alegre, hacen gala de unos conocimientos y verborrea científica que eclipsa totalmente a los absurdos y delirantes mensajes auquianos, fascinando y empujando a la más devota y entregada credulidad a los seguidores de Sesma. Y Jordán, desde el anonimato, goza con el poder que eso implica…

El 6 de febrero de 1966, con la colaboración de su amigo Vicente Ortuño (así me lo confesó personalmente el mismo Ortuño), montan el caso de Aluche. Un año después, el 1 de junio de 1967, se superan fabricando las fotos de San José de Valderas, utilizando una pequeña maqueta, tal y como yo reproduje siguiendo las indicaciones de Jordán Peña.

Para entonces Jordán Peña ya tenía a docenas de devotos entregados que seguían todas sus órdenes, a través de las cartas ummitas que redactaba en su propio domicilio. Difícil imaginar la sensación de poder que experimentaba al contemplar cómo sus pequeñas marionetas bailaban al son que el tocaba con las teclas de su máquina de escribir. Imposible comprender el sadismo con que los ummitas auguraban una inminente guerra nuclear, en 1973, mientras los receptores de las cartas pujaban por ser los escogidos para sobrevivir al cataclismo inminente en el refugio que los de UMMO decían poseer en Piedralaves… No quiero pensar en aquellas conversaciones, entre los receptores de las cartas, entre los que estaba Jordán disfrutando del espectáculo, decidiendo llorosos y angustiados a cuales de sus familiares más cercanos podrían avisar y cuáles deberían permitir que muriesen en la inminente guerra nuclear…

El del refugio de Pedralves, que los ummólogos suelen olvidar, es solo uno de los episodios ummitas que demuestran el sadismo y la crueldad de su creador. En otros vemos como Jordán decidió también enriquecerse económicamente, como cuando los ummitas sugieren al empresario Juan Domínguez que deje su puesto directivo en RENFE para desarrollar un revolucionaria patente cedida por UMMO (de una televisión en relieve), es precisamente Jordán Peña el señalado por los ummitas como el único cualificado para desarrollar el proyecto. Cobrando un generoso sobresueldo de 150.000 pts al mes, de manos de Domínguez, por una patente extraterrestre que jamás llegó a nada. Jordán, es decir, los ummitas, no sintieron ninguna lástima porque Domínguez perdiese su trabajo, y se embarcase en una aventura en la que el único beneficiado, económicamente, era Jordán. Jordán nunca sintió lástima por las consecuencias de sus actos…

Especialmente incómodo y desagradable resulta el aspecto sexual del asunto UMMO. Hoy tenemos los testimonios de algunas de sus víctimas, como Mercedes Carrasco o Trinidad Pastrana, que nos detallaron como fueron víctimas de los engaños “paranormales” de Jordán Peña, siendo sometidas a todo tipo de prácticas sexuales. Puedo comprender perfectamente que el vídeo que Javier Sierra grabó desde el interior de un armario, emulando el famoso video de Pedro J. Ramírez, mientras Jordán comentaba con Pastrana aquellos tórridos años, no deba ver la luz por respeto a la familia de Jordán. Un respeto que él jamás tuvo con las víctimas directas y colaterales de sus engaños.

Carrasco y Pastrana no solo fueron víctimas directas de la perversión sadomasoquista de Jordán, algo que el “confesó” años después de que los investigadores ya tuviésemos sus testimonios, si no que eran dos de las colaboradoras que enviaban las cartas ummitas que Jordán les facilitaba, y que hemos visto después reproducidas en cientos de libros y artículos sobre los expedicionarios de la Wolf 424. Poder, dinero, sexo… Jordán consiguió todo lo que quiso a través de sus engaños. Y a pesar de la demoledora evidencia algunos aún se esfuerzan en mantener la fábula “si fue él, porque nunca ganó nada con UMMO”. Yo más bien diría que nunca dejó de beneficiarse.

La carencia de toda empatía con sus víctimas, y el uso de su talento y conocimientos para fabricar fraudes, se ilustran perfectamente en el falso Poltergeist que creó, combinando dispositivos eléctricos con sus conocimientos de ilusionismo, en el piso de Mercedes Carrasco. Consiguiendo aterrorizarla y someterla aún más a sus fantasías sexuales. Todo demasiado sórdido, oscuro e incómodo para detallarlo aquí. Pero Jordán Peña era un cerebro brillante, es cierto, trastornado pero brillante. Con una evidente minusvalía emocional. Como Jack el Destripador, Goebbels o Paesa. Y como todos ellos se salió con la suya, obtuvo todo lo que quiso, y nunca pisó la cárcel.

Nadie lo juzgo por las ilusiones, esperanzas y expectativas que creo en millones de apasionados por los OVNIs. Ni porque Domínguez perdiese su empleo para contratarlo a él. Ni por manipular la angustia de Dionisio Garrido, dándole consejos sobre la terrible Tetralogía de Fallot de su hijo, disfrazado con la voz ummita. Ni por el terror que vivieron los del Grupo Madrid al tener que decidir que familiares debían morir, y cual escoger para sobrevivir al apocalipsis en Piedralves. Ni por todo el dinero, tiempo e ilusión que malgastaron miles de investigadores (Ujvarí no fue el único) que patearon Europa buscando la pista de los ummitas. Ni por el ridículo y escarnio público vivido al defender a capa y espada la realidad de UMMO, como el buenazo de Enrique López Guerrero y tantos otros. Ni por el anuncio de la muerte de J. J. Benítez, publicado en El País, por una secta de adoradores de UMMO. Ni por los enfermos terminales estafados, y algunos muertos, en la clínica ummita de Argentina, que dejaban sus tratamientos de cáncer por recibir la medicina revelada por los extraterrestres. Ni por los niños sodomizados por la secta Edelweiss, que utilizaba las fotos realizadas por Jordán Peña como garantía de su origen alienígena. Ni por tantas y tantas cosas…

Cuando, en el boletín La Alternativa Racional, publicado por el Movimiento Escéptico Organizado (MEO) español, en este caso por ARP, destacaban en portada la “confesión” de Jordán Peña, como el resultado de un experimento científico que había desenmascarado a los ufólogos españoles, mentían. Como casi siempre. Jordán no confesó nada.

Ya en agosto de 1972, concretamente en el número 9 de la revista Stendek, el ufólogo Oscar Rey Brea se había atrevido a publicar su estudio sobre el caso San José de Valderas denunciando al fraude y apuntando a su autor: José Luis Jordán Peña. Y Oscar Rey siempre dijo, a quien tuvo el valor de escucharle, que Jordán no solo era el autor de los casos Aluche y Valderas, sino “de todo UMMO”.

Desde entonces, y con las investigaciones José Juan Montejo a Antonio Caravaca, las “confesiones” de Jordán llegaban cuando los investigadores ya habíamos destapado el cajón de mierda. Nunca antes.


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