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EPIFANÍAS OVNI. CONTACTADOS Y SECTAS UFOLÓGICAS. CUADERNO DE CAMPO 11.

"INVESTIGACIÓN PSI: UNA HISTORIA DE LA PARAPSICOLOGÍA CIENTIFICA Y UNIVERSITARIA EN ESPAÑA". Manuel Carballal. INTRODUCCIÓN



INTRODUCCIÓN

A la memoria del Dr. Alfredo Bonavida, el sabio bueno.

Y en homenaje a Anabela Cardoso, Juan Carlos Hernández Carrica, Eduardo Balanovsky, José de Solas, Germán de Argumosa, Miguel Ángel Romero, Francisco Mañez, Álex Escolá-Gascón, Ramos Perera, Óscar Iborra, José Miguel Pérez Navarro, José Antonio Lamich, Antonio Sánchez Arjona, Sinesio Darnell, Jaume Esteve, José Luis Ortiz y todos los científicos, académicos e investigadores que se atrevieron a llevar la parapsicología al laboratorio, a las publicaciones científicas y a la universidad en España

“Recuerda, solo te ofrezco la verdad. Nada más”

Morfeo – The Matrix

INTRODUCCIÓN

El mal llamado “mundo paranormal” está cimentado fundamentalmente en testimonios humanos. Relatos, casi siempre incomprobables, sobre experiencias extraordinarias, que han generado una amplia bibliografía. Y un amplio abanico de teorías, hipótesis, conjeturas y especulaciones, sobre la naturaleza humana o animal. ¿Pero qué ocurriría si intentásemos replicar esas experiencias extraordinarias en condiciones de control?

El Dr. Josef Allen Hynek decía que “la ufología no investiga OVNIs, sino relatos sobre OVNIs”. Y esa es la gran diferencia entre la ufología y la parapsicología. La segunda no solo investiga relatos sobre lo paranormal, sino el hecho paranormal en sí. Y lo hace en el laboratorio.

Este Cuaderno de Campo no trata sobre el trabajo de campo, sino del trabajo de laboratorio y su repercusión en el ámbito académico y universitario.

En este caso -solo en este caso- los testimonios humanos carecen de interés, en comparación con los experimentos en condiciones de control.

Existen científicos de gran prestigio y currículums académicos intachables, incluyendo numerosos premios Nobel, que han tenido la osadía de adentrarse más allá de los límites de lo conocido. Poniendo en riesgo, con impagable valor y audacia, su credibilidad académica.

He conocido personalmente, y he podido colaborar con algunos doctores, profesores, catedráticos e incluso algún premio Nobel, que aseguran, sin pudor, que lo paranormal existe y merece ser investigado científicamente.

Probablemente la mayoría te son desconocidos, porque abominan de los medios especializados. Incluso del estigmatizado término “parapsicólogo”.

La mayoría han trabajado encerrados, como ermitaños, en sus laboratorios. Viviendo, lejos de miradas curiosas, su romance con el conocimiento y la ciencia. Y no encontrarás el fruto de ese romance en revistas comerciales, libros sensacionalistas o programas de gran audiencia. Porque lo que hacen no vende. Y lo que es aún peor, puede hacer que los que venden falsos misterios, vendan menos…

Sus estudios, de publicarse, lo hacen en aburridas revistas académicas de impacto y de revisión por pares. O en tediosos libros técnicos. Y cuando llegan al conocimiento de quienes no entienden la trascendencia de sus aportaciones, normalmente solo reciben incomprensión o desprecio. No solo por parte de la comunidad académica, que por ignorancia considera lo paranormal indigno de tratamiento científico, sino -esto es más triste- por parte de los entusiastas del misterio, que no les escuchan decir lo que quieren oír.


El Dr. Pérez Navarro, de la universidad internacional de La Rioja, que basó su tesis doctoral en sus estudios sobre la percepción extrasensorial (ESP) en estado Ganzfeld en la universidad de Coventry (Reino Unido), define la parapsicología como “una ciencia dura y difícil”, diferenciándola de lo que denomina “parapsicología de entretenimiento”.

Por eso, la parapsicología científica se ha convertido en una disciplina que requiere de un “apellido” para diferenciarse de la parapsicología comercial o de entretenimiento. Como ocurre con la hipnosis o la ufología.

A pesar de que existen pseudo medicinas, pseudo física o pseudo historia, nadie habla de “medicina científica”, “física científica” o “historia científica”. El calificativo no es necesario. En el caso que nos ocupa, ese “apellido” se ha convertido en una coletilla imprescindible para diferenciar esa parapsicología, la de verdad, del clon, del egregor, del tulpa, del gólem, del monstruo de Frankenstein que ha terminado devorando a su creador.

En su primera acepción, la Real Academia Española (RAE) define el término “cultura” como: “Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico”. Por tanto, me atrevo a definir la cultura del misterio como el conjunto de conocimientos que nos permite desarrollar nuestro juicio crítico con relación al mundo de las anomalías. Y ese juicio solo será veraz si no excluye el conocimiento de los hechos reales, objetivos y empíricos -los replicados en laboratorio- aún a riesgo de que la conclusión no sea tan sensacional -o sensacionalista- como la que nos dibujan los grandes divulgadores o los profesionales del misterio.

Qué es y qué no es parapsicología


El diccionario médico de la Clínica Universidad de Navarra define el término parapsicología como:

“f. Estudio de los fenómenos paranormales; es decir, de aquellos fenómenos psíquicos que no tienen explicación a partir de los principios científicos reconocidos. Se distin-guen dos tipos principales de fenómenos paranormales: la psicoquinesia, también llamada telecinesis, y la percepción extrasensorial. La primera se refiere al poder de las voliciones del sujeto sobre la materia. La percepción extrasensorial (ESP o extrasensory perception) consiste en la adquisición de información del ambiente sin emplear modalidades sensoriales conocidas. [1]

No está mal para ser una definición emitida por un diccionario académico español. Pero se ha quedado un poco obsoleta.


La Parapsychologycal Association (PA) es, en la actualidad, la organización de parapsicología científica más relevante. Integrada desde 1969 en la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, organización -entre otras cosas- editora de la revista Science. Probablemente una de las revistas científicas más influyente del mundo.

En 1989 la PA llegó a un consenso para definir parapsicología como: ”la ciencia que estudia aparentes anomalías del comportamiento y la experiencia que existe junto o al margen de los mecanismos explicativos actualmente conocidos, que dan cuenta del flujo de información e influencia entre organismo y entorno, y entre organismo y organismo”.

“Esta definición –explicaba el Dr. Óscar Iborra, en uno de sus artículos publicados en El Ojo Crítico- es específica y por tanto útil. Sin embargo, no asume que los fenómenos parapsicológicos, de existir, sean paranormales. Es decir, no asume que tal cosa como lo paranormal exista o sea la causa de los fenómenos parapsicológicos. Esto no es un juego de palabras. Es fundamental. Y una de las razones por las que la investigación científica en parapsi-cología no interesa a nadie. Porque no es lo mismo la definición anterior que afirmar que la parapsicología estudia los fantasmas o los poderes psíquicos. Esta segunda definición lleva implícito que los fantasmas y los poderes psíquicos son reales, lo cual no podemos afirmar”. [2]


La parapsicología, la de verdad, se divide en dos grandes campos de estudio exclusivamente (y sigo citando a Iborra):

“Percepción extrasensorial (ESP): Una experiencia extrasensorial es una experiencia en la que parece que la mente del sujeto ha adquirido información directamente, es decir, aparentemente sin la mediación ni de los sentidos humanos reconocidos ni de procesos de inferencia lógica. Se establece una subdivisión entre telepatía (aparente comunicación mente a mente), clarividencia (aprehensión extrasensorial de cualquier clase de acontecimiento objetivo), precognición (ESP aparentemente desplazada en el tiempo, hacia el futuro) y retrocognición (similar a la anterior, pero hacia el pasado). Los términos percepción extrasensorial, telepatía, clarividencia, precognición, etc., harían referencia a hipotéticos procesos paranormales, que en teoría darían cuenta de determinado fenómeno parapsicológico; pero este proceso puede existir o no. Sin embargo, expresiones como experiencia extrasensorial, experiencia telepática, etc., designan eventos que ocurren, experiencias que la gente tiene, y que aparentemente sugieren la operación de un proceso paranormal.

“Psicokinesis (PK): Una experiencia PK implica un aparente efecto de la mente sobre la materia, esto es, un caso donde la intención o las preferencias de un individuo parecen haber tenido una influencia directa sobre la estructura del entorno físico. La influencia aparentemente ocurre sin la mediación de energías o mecanismos físicos reconocidos, particularmente los que comprenden al sistema motor humano. Actualmente, se distingue entre macro-PK y micro-PK. Macro-PK hace referencia a fenómenos en los que la alteración física en el entorno supuestamente producida por PK es observable a simple vista. Un conocido ejemplo de esto es el “doblado de cucharas”. Micro-PK hace referencia, por el contrario, a cuando no podemos verificar a simple vista si se ha producido ese efecto, y por tanto hemos de recurrir al análisis estadístico. Por ejemplo, son estudios de micro-PK los experimentos en los que un individuo intenta influir sobre el funcionamiento de un sistema que genera secuencias al azar. Un tercer grupo es el denominado DMILS, siglas que significan (en inglés) interacción mental directa con seres vivos. Estos estudios intentan comprobar la influencia PK sobre organismos vivos”. [3]

Vamos, que la parapsicología no se ocupa de los OVNIs, ni del Yeti, el Triángulo de las Bermudas, la astrología, los duendes, las conspiraciones, los chakras, los alienígenas ancestrales, la energía piramidal, la alquimia, ni casi nada de lo que puedes encontrar en una revista, un programa o un canal de misterios que se autodefine como “parapsicológico”.


Juan Carlos Hernández Carrica lo resume en una frase lapidaria: “la parapsicología estudia el más acá, no el más allá”.

Sin embargo, desde hace unos años, es cierto que ha surgido una tercera clasificación de fenómenos que algunos parapsicólogos -no todos- han asumido como campo de estudio científico:

“Hipótesis de la supervivencia (Survey): Junto a ESP y PK hay un tercer dominio tradicional en parapsicología, denominado “grupo survey”, que concierne a la hipótesis de la supervivencia, esto es, la noción de que algún elemento de la existencia humana sobrevive a la muerte física. Mucho del interés original de los investigadores psíquicos (antecesores de la investigación en parapsicología) en esta área se centró sobre las supuestas comunicaciones con seres fallecidos a través de los médiums. Otros fenómenos que se incluyen en este dominio son: experiencias cercanas a la muerte (NDE), experiencias fuera de cuerpo (OBE), apariciones, casas encantadas, poltergeist o reencarnación, entre otras. Los parapsicólogos modernos continúan investigando este tipo de experiencias, más por estudiar el fenómeno en sí mismo que por validar la hipótesis de la supervivencia. Actualmente, algunas de estas experiencias tienden a ser incluidas dentro del ámbito de la psicología de la experiencia anómala, que las aborda desde un punto de vista más amplio, fenomenológico. De los tres grupos, este es el más difícil de estudiar bajo el método experimental”. [4]

Un golpe de estado en la ciencia

En parte por los fenómenos survey, en la actualidad la inmensa mayoría del gran público cree que la parapsicología busca espíritus en casas abandonadas. Que un parapsicólogo adivina el futuro echando las cartas o leyendo las líneas de la mano. O que cura enfermedades con remedios ancestrales. Y eso no solo es falso, es que además es justo lo contrario a la realidad.

De la misma forma en que un oncólogo no es quien padece un cáncer, sino quien lo estudia, o del mismo modo que un hipnólogo no es quien se sube a un escenario o un plató de televisión para ridiculizar al público, sino el médico o psicólogo que lo usa como terapia.

Igual que un instagramer que monta sus videos no es un realizador de cine, ni un bloguero es un licenciado en ciencias de la información, aunque alguno se lo crea; un divulgador de misterios, una echadora de cartas, un médium o un curandero, no son parapsicólogos. Pese a que algunos se presenten como tales. Ellos son el objeto de estudio, no el investigador.

Ocurre lo mismo que con la astronomía o la química. Cierto es que ambas disciplinas académicas tienen su origen en la astrología y la alquimia, pero solo las personas más ignorantes continúan pensando hoy que los astrónomos hacen horóscopos o los químicos buscan la piedra filosofal. Exactamente eso es lo que ocurrió con la parapsicología. Aunque tenga su origen en el estudio crítico del espiritismo del siglo XIX, solo los más desinformados pueden creer hoy que la parapsicología busca espíritus o fantasmas. O que intenta demostrar la existencia del más allá. No es así. “La parapsicología estudia el más acá”.


Y aún te diré más. Fenómenos como la hipnosis, el faquirismo, la fotografía Kirlian, la pirovasia o el cumberlandismo, la OUI-JA, mesas parlantes, escritura automática y demás expresiones del efecto ideomotor, relegados durante años al campo de lo paranormal, hoy están totalmente explicados. Pueden seguir apareciendo en revistas sobre misterios, programas especializados, libros o canales de Internet, pero ya no forman parte de la parapsicología. [5]

Aunque la Real Academia Española define el término “revisionismo” como: “Tendencia a someter a revisión metódica doctrinas, interpretaciones o prácticas establecidas con el propósito de actualizarlas y a veces negarlas”, hoy el sustantivo se utiliza como adjetivo polarizado ideológicamente en el contexto político. En mi caso, asumiré el riesgo de las etiquetas ideológicas al afirmar que el objetivo de este Cuaderno de Campo es someter la historia de la parapsicología científica y académica en España a una revisión crítica.

Mocatrices y mocactores del misterio

En el siglo XXI, el de la supremacía digital, existen personas que, sin ningún tipo de formación ni experiencia, se convierten en referentes “culturales” solo por haberse casado con alguien famoso o por acumular millones de seguidores en redes sociales.

El grupo musical satírico Ojete Calor acuñó el término mocatriz para referirse a esas modelos, cantantes o actrices (o actores), que aspiran al éxito y la fama, sin haber dado un palo al agua. [6]

Mientras que otros profesionales de la moda, la música o la actuación se pasan años estudiando, formándose, practicando y buscando una oportunidad.

En el mundo de las anomalías también abundan los mocactores y las mocatrices, con millones de seguidores en Youtube, Ivoox, Instagram, Tik Tok, etc., que con una absoluta falta de cultura del misterio -y de la otra-, son convertidos por obra y gracia de los algoritmos, en influencers de las nuevas generaciones interesadas en lo paranormal.

Tan intrusistas en la parapsicología como un cartomante, un médium o un sanador, y responsables de la gran confusión que hoy colapsa mediáticamente esta disciplina.

Disciplina que un puñado de científicos, audaces, abnegados y profundamente desconocidos, continúan luchando por mantener dentro del laboratorio y del ámbito académico. Su hábitat natural.

Por eso, hoy quiero rendirles un humilde homenaje a ellos. Al menos a los que yo he tenido el honor de conocer personalmente durante las últimas cuatro décadas.

Por supuesto, la historia de la parapsicología española es anterior. Para quien esté interesado recomiendo la obra de la historiadora Andrea Graus. [7] Y la de la también historiadora Annette Mülberger. [8]

Tampoco te hablaré de Rhine, de Richet o de Tenhaeff y ni siquiera de Grinberg, porque no los conocí personalmente (aunque con el último hablé por teléfono una vez). Ya hay miles de libros que relatan sus aportaciones al tema si tienes interés. Yo, como en todos mis Cuadernos de Campo, solo te hablaré de esos hombres y mujeres audaces que he tratado en persona. Y creo que no es poco.

Para concluir, es de justicia dejar claro que a partir de las próximas páginas son todos los que están, pero no están todos los que son. Quiero decir que mis Cuadernos de Campo solo contienen mis memorias como investigador de los fenómenos anómalos, así que solo hablo de lo que he conocido directamente. Porque, para contarlo, antes hay que vivirlo…

Y aunque soy consciente de que voy a narrar cosas absolutamente increíbles -incluso a mí me cuesta creerlas a pesar de que las he vivido-, sostengo enérgicamente que todo lo que vas a conocer a partir de ahora es absolutamente real. Por eso seré especialmente generoso en la cantidad de fotos, documentos y evidencias que incluiré en cada capítulo.

Además, he subido a Youtube, Instagram e Ivoox los documentos de video y audio que avalarán cada afirmación extraordinaria, con pruebas extraordinarias. Experimentos, conferencias, programas, entrevistas, etc.

En las próximas páginas encontrarás cientos de enlaces, urls y códigos QR que te llevarán directamente a esos documentos de audio y video en cada capítulo. Soy consciente de que, pese a este esfuerzo, que me ha llevado durante los últimos meses a jornadas intensivas de escaneo, digitalización, documentación, etc., de entre hasta 18 y 20 horas diarias (y lógicamente al hospital) lo que vas a leer, ver y escuchar es muy difícil de asumir. Lo sé. Pero yo no puedo hacer más.

Me consta que han existido, en los últimos 40 años, muchos académicos, catedráticos y profesores universitarios, doctores e investigadores, que han explorado en laboratorio los fenómenos PSI. Pero prefiero no opinar de lo que no he conocido personalmente. Pido disculpas si alguien se siente ofendido por esas ausencias.

Con frecuencia habrás escuchado en programas de radio o televisión, o habrás leído en algún libro, revista o Internet, el mismo discurso repetido por charlatanes pseudo científicos o pseudo escépticos: ¡La parapsicología no es una ciencia! ¡La universidad no estudia lo paranormal! ¡Los fenómenos PSI no se repiten en laboratorio! Esa patraña ha llegado hasta hoy. Pero aquí concluye el embuste.



[2] Iborra, Óscar. “La investigación científica en parapsicología… y porque no interesa a nadie”. El Ojo Crítico, nº 88. Marzo de 2019.

[3] Ibidém.

[4] Ibidém.

[5] Me refiero a los mecanismos del fenómeno, no a las informaciones que puedan transmitir, que sí podrían ser objeto de estudio parapsicológico. En el caso de la Kirlian hay matices que luego verás.


[7] Graus, Andrea. “Ciencia y espiritismo en España 2880-2930”. Comares, 2019.

[8] Mülberger, Annette. “Los límites de la ciencia. Espiritismo, hipnotismo y el estudio de los fenómenos paranormales. 1850-1930). CSIC, 2018.



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