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FOTOS PARANORMALES: QUÉ SALE EN ELLAS Y PORQUÉ



LAS IMÁGENES DEL “MAS ACÁ”: 
UNA REVISIÓN TÉCNICA Y MECÁNICA 
SOBRE LAS FOTOS PARANORMALES

Este verano todos los laboratorios fotográficos se verán desbordados por miles de carretes de fotos, tomados por los veraneantes que desean inmortalizar sus vacaciones. La mayoría habrá rescatado su cámara de algún cajón, o incluso habrá comprado una para especialmente para este verano. Cuando esos veraneantes acudan a recoger sus fotos, ya reveladas, descubrirán imágenes que ellos no han tomado y que supondrán de origen paranormal… Miles de personas se han visto alguna vez implicados en algún caso similar. En algunos casos, esa imagen “paranormal” ha obsesionado tanto a su autor como para llegar a costarle la vida. Ahora ofrecemos por primera vez un estudio técnico y científico sobre este tipo de “fotos sobrenaturales”, que se multiplican después de las vacaciones de verano, aunque ya sea demasiado tarde para algunas víctimas del misterio…


El 16 de noviembre de 1996 el diario granadino “El Ideal” publicaba una breve reseña que pasó desapercibida por casi todos sus lectores. Por casi todos menos por los investigadores paranormales Rafael Casares y Antonio Salinas. Al parecer habían encontrado el cadáver de un hombre arrodillado y con la cabeza puesta en el borde de la bañera, en un piso de la calle Aljibe del Trillo, en pleno corazón del Albayzin granadino. Aquel joven era Juan Jesús Jiménez Artigas, de 28 años de edad.

Meses antes de su fallecimiento, que algunas fuentes relacionaron con un posible crimen ritual con objeto de “expulsar los demonios” que acosaban al joven, Juan Jesús había sido visitado por Casares y Salinas, requeridos por la familia del muchacho. Al parecer, durante una visita a la Alhambra Juan Jesús, como miles de turistas, había realizado algunas fotografías del magnífico monumento árabe. Al revelar el carrete descubrió en una de las fotos, una pequeña mancha luminosa, que los investigadores inmediatamente identificaron con el efecto de un reflejo solar en la lente de la cámara. Sin embargo el joven, obsesionado por lo paranormal, acudió a varios videntes que reforzaron su delirante interpretación de aquella mancha, asegurándole que se trataba del “espíritu de un niño muerto en la Alambra durante la Edad Media”, que se había “pegado” al cuerpo de Juan Jesús, y que al que habría que exorcizar por un “módico precio”. 

El desafortunado muchacho no sabía que muchos videntes sin escrúpulos utilizan argucias como estas para atemorizar a sus clientes, cobrándoles después cantidades astronómicas por el “trabajito de magia” que debería expulsar al “espíritu” que perseguía al joven, y que supuestamente había captado con su cámara fotográfica. El presunto ritual mágico que pudo haber acabado con la vida de Juan Jesús (cuya muerte sigue manteniendo muchas preguntas sin respuesta), sería el mejor ejemplo del extremo más radical a que pueden llevarnos las hipotéticas “fotos paranormales”. Por esa razón, y por los miles de lectores que tantas veces han encontrado en sus fotografías “extrañas presencias” que no eran visibles a la hora de ser tomada la foto, era urgente afrontar este tema. Sobretodo porque en los meses de verano, casi todos nosotros desempolvamos nuestras cámaras fotográficas, junto con el bañador y la sombrilla, y utilizamos más carretes que durante todo el resto del año. Y después de las vacaciones, al acudir al laboratorio para recoger las copias ya reveladas… ¡sorpresa!

La ciencia de la fotografía

Se cuentan por cientos, quizás miles, las fotografías tomadas por aficionados de todo el mundo, que constantemente llegan a las redacciones de publicaciones especializadas, o a los despachos de los investigadores de lo paranormal. Esas fotos, casi siempre acompañadas por una amable carta, han sido tomadas casualmente por algún aficionado a lo paranormal o un amigo o pariente del mismo. En el instante en que se tomó esa foto, no se apreció nada extraño, sin embargo al revelar el carrete en uno de los fotogramas, o en varios, aparecieron extrañas imágenes interpretadas por el autor como “ovnis invisibles”, fantasmas, auras, apariciones, etc.


Justo Guisasola es uno de los técnicos en óptica y mecánica fotográfica más prestigiosos del país. Con más de 20 años de experiencia profesional a sus espaldas, ha examinado miles de fotografías en las que supuestamente se recogían “fenómenos extraños”. Sin embargo, todas esa imágenes se debía a sorprendentes fallos mecánicos, o efectos ópticos, que sólo un perito como él puede identificar. Al igual que Guisasola otros profesionales de la fotografía han examinado miles de carretes en los que aparecían caprichosos efectos luminosos, y sorprendentes imágenes que, dependiendo del lugar y persona que haya hecho la fotografía, serán más o menos interpretadas como “fotos paranormales”. Desde el malagueño José Miguel Espejo al coruñes Manu Cordonié, pasando por el catalán Manuel Fernández, EOC se ha entrevistado en los últimos 3 meses con diferentes profesionales de la fotografía, para recopilar puntos de vista diferentes sobre el origen de las llamadas “fotos paranormales casuales”.

Hasta hace algunos años el proceso de revelado de un carrete fotográfico podía sufrir algunas alteraciones que provocasen, en la copia de papel o diapositiva, que finalmente llega al autor de las fotos, extraños efectos. Una quemadura en la emulsión fotográfica, una mota de polvo sobre la ampliadora, o una mala proporción en los químicos de revelado, podía terminar creando formas extrañas y caprichosas en la fotografía. Si dicha foto fue tomada por alguien sin ningún interés en lo paranormal, no pasaría del cubo de la basura, considerada como una copia defectuosa. Pero si el autor es alguien interesado en los ovnis, la parapsicología o el esoterismo, y sobretodo, si esa foto fue realizada durante una visita turística a algún lugar con tradición ocultista, no sería extraño que tal imagen fuese considerada como una foto del “mas allá”.

Sin embargo, ahora todos los procesos de revelado están totalmente tecnificados, incluso los carretes en blanco y negro o las diapositvas. Sofisticadas máquinas automáticas recogen el carrete y entregan los negativo ya revelados, y algunas incluso las copias en papel positivadas. Estas máquinas poseen calibradores de hasta una décima en los baños del revelador, que dispara una alarma en caso de subir o bajar la temperatura por encima de ese calibrado decimal. Es tal la precisión, que en las máquinas de positivado automático (como las populares de “revelado en 1 hora”) dos pincelillos limpian el negativo, antes de que pase a la zona de la ampliadora para efectuar las copias en papel, mientras una pistolilla expulsa aire ionizado sobre el negativo para eliminar, en caso de que quedase alguna, posibles motas de polvo atrapado por la electricidad estática en la emulsión del carrete. En otras palabras, actualmente es casi imposible que fallos de revelado produzcan falsas fotos paranormales, así que dirigimos nuestra investigación en otro sentido: hacia la mecánica de las cámaras, y la técnica del fotógrafo al tomar la imagen…

“Esferas de energía” con huellas digitales

Básicamente existen dos tipos de cámaras fotográficas de uso frecuente entre los aficionados: la cámaras compactas y las reflex (no nos ocuparemos de las camaras de 6X6, y otros tipos más sofisticados por estar casi limitadas al ámbito profesional).

Las cámaras compactas son las más utilizadas, por su sencillez. Todos hemos poseído alguna de estas cámaras, en las que tan solo debemos pulsar el botón, y todo lo más, conectar el flash si hacemos la foto con poca luz. Estas cámaras poseen una diferencia fundamental de las reflex, y es que el visor a través del cual el fotógrafo mira antes de pulsar el botón, no coincide con el objetivo de la cámara, que se encuentra un par de centímetros por debajo de dicho visor. Esto hace que exista una pequeña diferencia entre lo que el fotógrafo ve antes de disparar, y la imagen que la cámara captará. Ese desfase, de pocos centímetros, se denomina “paralaje”. Pues bien, es extremadamente frecuente que cuando un usuario con poca práctica con la cámara, gire esta para tomar una imagen vertical, la correa de la cámara, en muchos casos un fino cordón, caiga por delante del objetivo, sin que el fotógrafo pueda verlo a través del visor a causa del paralaje. Al revelar esa foto aparecerá la escena fotografiada, cruzada por una especie de “rayo de energía”, muy desenfocado a causa de estar pegado al objetivo. En más de una ocasión quien esto escribe ha oído definir esos “rayos de energía invisibles” (ya que el fotógrafo no vio el cordón de la cámara al disparar a causa del paralaje), como “ectoplasmas”… Un investigador coruñes, muy popular entre los estudiosos nacionales, tomó muchas de estas fotos de “ectoplasmas invisibles” durante sus primeros viajes de investigación, con una cámara compacta prestada…

Otro efecto del paralaje, que con frecuencia se ha considerado “foto paranormal”, se produce cuando el fotógrafo utiliza una cámara muy pequeña, y sus dedos rozan la zona del objetivo. A causa del paralaje el usuario no puede ver por el visor, que su dedo, normalmente el índice o el anular, ha entrado en el campo de visión del objetivo, y al disparar provoca inconscientemente que la yema del dedo, muy desenfocada al estar tan cerca de la lente, cree el efecto de una especie de “esfera energética” en el margen de la fotografía. Este tipo de pseudo-fotos paranormales -según han indicado a EOC los fotógrafos consultados- se dan con más frecuencia cuando el fotógrafo es una mujer, debido a que las uñas largas, y pintadas de color, entran con más facilidad en el campo del objetivo, provocando la imagen de una esfera roja, anaranjada o rosada, dependiendo del color de la pintura de uñas. Como anécdota podemos mencionar el caso de un conocido investigador catalán, que “captó” la típica foto de una “esfera de energía invisible”, la cual presentaba en su superficie “extraños surcos y líneas”… sospechosamente similares a las huellas digitales…

Naturalmente las cámaras reflex, menos utilizadas por los usuarios sin conocimientos fotográficos por ser más complejas que las compactas, no poseen el problema del paralaje. El visor de la cámara está conectado directamente al objetivo, es decir, si involuntariamente entrase en el campo de visión la correa, un dedo o cualquier otro objeto, el fotógrafo lo vería antes de disparar. Sin embargo estas cámaras presentan otras particularidades que con mucha frecuencia generan imágenes extrañas. Solo que ahora tenemos que entrar en el interior de la cámara para desentrañar sus secretos.



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