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El Último libro de Manuel Carballal ¡¡YA A LA VENTA!!
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A lo largo de todo el planeta existen emplazamientos arqueológicos que sólo pueden ser vistos desde el aire. Al mismo tiempo tradiciones orales y textos sagrados de todo el planeta sugieren que en el origen de las grandes religiones existieron “dioses” capaces de volar. Hemos recoplipado evidencias sobre estos enigmas en Asia, Africa, América y Europa, estableciendo una teoría que podría explicar este misterio: la teoría aerostática.
Los componentes de la Expedición Vórtice, en la que me encontraba, nos habíamos detenido a orillas del lago Uureg para grabar algunos planos de la fauna salvaje, que se incluiría en la serie documental “Mongolia: un mundo en movimiento” que emitiría La 2 de TVE tiempo después. Y el primer descubrimiento inesperado de la jornada resultó extraordinario. En medio de la inmensa llanura Eva Vandenberg, de National Geographic-España, y Asunción, directora de la expedición, habían descubierto, de forma totalmente casual, unas sorprendentes esculturas, que nos hicieron reconducir nuestros vehículos hacia ellas.
Más en broma que en serio, bautizamos al figura principal, por su apariencia inquisitiva, como “el vigilante”, ya que parecía representar a alguien que escrutaba el horizonte. A sus lados dos esculturas decapitadas, presidían lo que parecía un conjunto funerario que medimos, fotografiamos y filmamos durante todo el tiempo que fue necesario. Y cuando ya estábamos a punto de retomar la ruta, hacia la frontera de Kazajistan, un extraño amontonamiento de piedras llamó mi atención. Movido más por la curiosidad, que por ningún instinto arqueológico, me separé del grupo y me desplacé hasta aquel conjunto de rocas que, por alguna razón, me despertó un profundo interés. Subí a lo alto de aquel montículo de piedras y sólo en ese instante, me di cuenta de que estaba en el centro de una enorme “estrella” de proporciones desmedidas y origen desconocido. Un “dibujo” trazado con rocas en el suelo de la estepa mongola, que formaba una colosal “rueda” o “sol” de siete radios, que inevitablemente me recordó a las líneas de Nazca.
Según mis mediciones, el túmulo, círculo o “plaza” de la “rueda” central medía 5 m. de diámetro y estaba rodeado por un perímetro exterior o “murallita” de 4 m. de grosor y casi uno de alto. De ahí partían los siete radios, de 20 m. de longitud cada uno. Lo que nos da un diámetro de unos 53 m. en la figura del “sol”. Pero es que alrededor de la misma, exactamente a 14 m. del borde exterior, pude contar hasta 29 pequeños círculos de piedras, de un metro de diámetro cada uno, que terminaban en un pequeño menhir. Exactamente a 70 m. de distancia, al norte de esa formación de pequeños monolitos de encontraba “el vigilante” y sus compañeros decapitados. Y lo sorprendente estaba aún por llegar ya que, debido al gran tamaño de la formación, era imposible apreciarla en conjunto a ras de suelo. Así exprimimos a fondo el motor de los 4X4 para subir hasta lo alto del monte más cercano, con objeto de fotografiar y filmar aquel enigmático conjunto arqueológico con una perspectiva aérea que nos permitiese apreciarlo en conjunto. Y al llegar a lo alto del montículo nos encontramos con que, en aquella explanada del lago Uureg, se apreciaban hasta media docena más de aquellas gigantescas “ruedas” o “estrellas” que sólo podían verse desde el aire…
Arqueología a vista de pájaro
De nada sirvieron mis gestiones en el Museo Provincial de Uureg, o en el Arqueológico Nacional de Ulan Battar. Ni tampoco mis consultas a especialistas en arqueología asiática como la Dr. Jeannine Davis Kimball, directora ejecutiva del “Center for the Study of Eurasian Nomads”, de Berkeley. Nadie supo explicarme que eran aquellas enormes “estrellas” que me encontré en el lago Uureg, ni como habían sido realizadas dado su tamaño. Sin embargo es imposible no relacionar este descubrimiento con otros restos arqueológicos existentes en otras partes del mundo, y que parecen mantener un común denominador… Solo pueden ser vistos desde el aire. Y las “estrellas” del lago Uureg vienen a unirse a una larga lista de sitios arqueológicos, solo apreciables a vista de pájaro, que engrosan los catálogos de misterios del pasado.
A principios de los años 80, por ejemplo, llegaban a nuestro poder una serie de extrañas fotografías tomadas por algunos de los pilotos españoles que patrullaban los cielos del Sahara, antes de que el otrora territorio español pasase a control marroquí. Aquellos pilotos habían fotografiado, desde sus aeronaves, insólitas formaciones en tierra que parecían querer dibujar gigantescos boumerangs o moscas, de origen desconocido hasta el momento.
¿Qué civilización del pasado realizó aquellas enormes figuras solo apreciables desde el aire en pleno desierto africano? Tal vez una civilización o una tecnología similar a la responsable de otros sitios arqueológicos, como el “gigante” de Cerne Abbas, el “hombre alto” de Wilmington, el caballo de Uffington o el de Westbury, en Inglaterra. O similares al “gran montículo de la serpiente”, en Ohio, o el “montículo del águila”, en Georgia. O incluso equiparables al gran “dios” de Atacama, en Chile, o al “Candelabro” (para mi cáctus) de Paracas, en Perú. Todos ellos legados de un pasado remoto, que solo pueden ser apreciados totalmente desde cierta altitud. ¿Quién, porqué y sobretodo, como los construyó?
Para la inmensa mayoría de los astroarqueólogos, como Erich Von Däniken, Peter Kolosimo, etc, esos vestigios arqueológicos, y otros, sugieren que una tecnología no humana visitó la Tierra en el pasado, y es la responsable de los mismos. Sofisticadas naves voladoras de origen extraterrestre, que habrían sido las responsables de la inspiración y construcción de esas figuras, sólo apreciables desde el aire. Pero ¿y si existiese una alternativa?
Uno de los argumentos más utilizados por los defensores de la Hipótesis Extra Terrestre (HET) son los vimana. Sin embargo, cuando investigamos el origen de esta leyenda en varias ciudades tanto de India como de Nepal, descubrimos que, en realidad, vimana es el nombre con el que se designa, en la arquitectura religiosa hindú, a las espectaculares torres piramidales que flaquean los templos chola. Sin embargo, en algunos libros vedas se describe como esas torres piramidales podían desprenderse del tempo y levantarse en el aire, entre fuego y gases, para ascender a los cielos.
Uno de los argumentos más utilizados por los defensores de la Hipótesis Extra Terrestre (HET) son los vimana. Sin embargo, cuando investigamos el origen de esta leyenda en varias ciudades tanto de India como de Nepal, descubrimos que, en realidad, vimana es el nombre con el que se designa, en la arquitectura religiosa hindú, a las espectaculares torres piramidales que flaquean los templos chola. Sin embargo, en algunos libros vedas se describe como esas torres piramidales podían desprenderse del tempo y levantarse en el aire, entre fuego y gases, para ascender a los cielos.
Por supuesto, la fiabilidad histórica de la literatura védica es muy cuestionable. En realidad se trata de una gran recopilación de antiquísimas tradiciones orales, sin duda exageradas y desvirtuadas de generación en generación, hasta que fueron plasmadas en el papel. Sin embargo algunos fragmentos de los textos hindúes parecen describir, con todo detalle, naves aéreas concretas:
“…Debe haber cuatro depósitos de mercurio en su interior. Cuando son calentados por medio de un fuego controlado, el vimana desarrolla un poder de trueno por medio del mercurio. Si este motor de hierro, con uniones adecuadamente soldadas, es llenado de mercurio y el fuego se dirige hacia la parte superior, desarrolla una gran potencia, con el rugido de un león e inmediatamente se convierte en una perla en el cielo……”.
Mucho autores, que aceptan la literalidad de este texto, quieren ver una astronave extraterrestre en esta descripción de la perla (esfera) voladora, que con un sonido atronador asciende a los cielos cuando el “fuego controlado” se enciende… Sin embargo existe otra posibilidad. Porque en la actualidad, y según mis conclusiones desde hace muchos siglos, existe un tipo de aeronave que hace ascender al cielo “perlas” voladoras, a través de un atronador “fuego controlado”: los aerostatos.
“…Debe haber cuatro depósitos de mercurio en su interior. Cuando son calentados por medio de un fuego controlado, el vimana desarrolla un poder de trueno por medio del mercurio. Si este motor de hierro, con uniones adecuadamente soldadas, es llenado de mercurio y el fuego se dirige hacia la parte superior, desarrolla una gran potencia, con el rugido de un león e inmediatamente se convierte en una perla en el cielo……”.
Mucho autores, que aceptan la literalidad de este texto, quieren ver una astronave extraterrestre en esta descripción de la perla (esfera) voladora, que con un sonido atronador asciende a los cielos cuando el “fuego controlado” se enciende… Sin embargo existe otra posibilidad. Porque en la actualidad, y según mis conclusiones desde hace muchos siglos, existe un tipo de aeronave que hace ascender al cielo “perlas” voladoras, a través de un atronador “fuego controlado”: los aerostatos.
Si, sólo por un momento, imaginásemos que ese ruido atronador, y ese “fuego controlado” del vimana, responde a los quemadores de un aerostáto, no nos costaría trabajo reinterpretar relatos védicos como este, imaginando una antiquísima forma de aerostato:
“… Se debe el cuerpo del Vimana hacer, como un gran pájaro del vuelo de material ligero. Dentro de uno debe poner el motor del mercurio con su aparato de calefacción del hierro debajo. Por medio de la energía latente en el mercurio que fija el torbellino que conduce en el movimiento, un interior que se sienta del hombre puede viajar una gran distancia en el cielo. Los movimientos del Vimana son tales que puede ascender verticalmente, descienden verticalmente, la inclinación del movimiento remite y al revés. Con la ayuda de las máquinas los seres humanos pueden volar en el aire y los seres divinos pueden venir abajo conectar a tierra…”.
Arthur C. Clarke decía: “Cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”. ¿Y como interpretarían los antiguos habitantes de la India el vuelo de un primitivo aerostato, de no ser como una aparición divina?
“… Se debe el cuerpo del Vimana hacer, como un gran pájaro del vuelo de material ligero. Dentro de uno debe poner el motor del mercurio con su aparato de calefacción del hierro debajo. Por medio de la energía latente en el mercurio que fija el torbellino que conduce en el movimiento, un interior que se sienta del hombre puede viajar una gran distancia en el cielo. Los movimientos del Vimana son tales que puede ascender verticalmente, descienden verticalmente, la inclinación del movimiento remite y al revés. Con la ayuda de las máquinas los seres humanos pueden volar en el aire y los seres divinos pueden venir abajo conectar a tierra…”.
Arthur C. Clarke decía: “Cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”. ¿Y como interpretarían los antiguos habitantes de la India el vuelo de un primitivo aerostato, de no ser como una aparición divina?
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