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17 de agosto de 2011. Un fotógrafo chino sube a su twitter y a su blog de fotografía unas imágenes espectaculares. Gigantescos círculos, muy similares a los Crop Circles de Inglaterra, pero en pleno desierto del Gobi. El mensaje que acompañaba las imágenes decía: “”A tres horas en coche desde Xining (la capital de la provincia de Qinghai) ¡hay enormes círculos de las cosechas!”. Acababa de encender la mecha de la bomba…
Para los periodistas chinos, “serios y rigurosos”, y sin experiencia en la investigación de anomalías, los círculos del Gobi eran comparables a las líneas de Nazca o a los círculos de las cosechas en Reino Unido. Los investigadores de los crop circles, y la comunidad ufológica en general, estaba entusiasmada. Nadie se atrevería a sugerir que habían sido dos jubilados británicos, o sus entusiastas imitadores ingleses, quienes habían realizado aquellos fantásticos círculos en el desierto chino-mongol… Pero es que no fueron ellos.
Se trataba de una campaña viral de la fábrica de coches BMW, que a finales de agosto sacó el vídeo del “como se hizo”, reconociendo la autoría de los círculos en el desierto del Gobi.
En España ocurrió exactamente lo mismo… pero diferente. Verano de 2008. Toda la prensa nacional e incluso los informativos de televisión, se hicieron eco de la noticia. Los crop circles británicos habían comenzado a aparecer en diferentes puntos de la geografía española. Madrid, Málaga, Barcelona, Bilbao… de la noche a la mañana, complejos geoglifos habían surgido en los sembrados españoles. Y una vez más, los periodistas “serios y rigurosos” se limitaron a dar la noticia. Pero los investigadores de anomalías querían algo más.
Mari Sol y José Antonio Roldán, curtidos investigadores de fenómenos anómalos, se desplazaron al lugar de los hechos, y comenzaron a investigar. Mientras toda España especulaba sobre la autenticidad o falsedad de los misteriosos círculos que habían aparecido en diferentes poblaciones españolas, los hermanos Roldán dejaron las conjeturas para los “críticos de sillón” y se arrojaron literalmente a los sembrados, donde habían aparecido aquellas figuras misteriosas, que acapararon los titulares de prensa y televisión durante días.
“Alrededor del círculo del sembrado de cebada encontramos dos tipos de huellas diferentes, una de pie mediano, un 37-39, y otra de pie más grande, un 43…”, escribían en su informe publicado en la revista especializada en investigación de anomalías nº 58. “El círculo empezó a hacerse en un centro donde dejaron una pesada piedra que debieron de utilizar para sujetar la cuerda sintética con la que hicieron un perfecto radio de circunferencia (por cierto, que se dejaron en ella un trozo cortado)…”.
Fueron ellos quienes, gracias a su trabajo de campo, descubrieron que tras aquellos círculos se ocultaba una campaña de marketing viral de una conocida marca de licor. De nuevo eran investigadores de los fenómenos anómalos, quienes desenmascaraban el engaño, mientras creyentes o escépticos se limitaban a especular gratuitamente. Pero la agencia de publicidad, que elaboró los círculos de las cosechas con el logotipo de una nueva marca de ron, ya se habían salido con la suya, y toda España hablaba de aquel misterioso dibujo en los campos de cebada… Lo triste es que, en ocasiones, ni siquiera son publicistas formados los que elaboran en engaño.
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