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La imagen de la cruz aparece ya en la más remota antigüedad en áreas como las centro-americanas, tan lejanas y desconectadas de los orígenes del cristianismo. No es este momento ni lugar de rebatir opiniones contrarías a este planteamiento, como la de los Mormones, que pretenden que Jesús predicó en América inmediatamente después de su crucifixión y resurrección posterior.
Incluso en algunos petroglifos prehistóricos se han encontrado grabados cruciformes, lo que no deja de ser razonable, ya que es uno de los símbolos más sencillos que pueden confeccionarse: dos líneas que se cruzan en un punto.
En Europa y Asia no aparece el "signo de la cruz" como distintivo cristiano, al menos hasta el siglo IV. Hasta entonces los cristianos utilizaban otros símbolos, como el cordero divino (imagen originada en el cordero expiatorio del Pentateuco, utilizado por los judíos en su Éxodo a la Tierra Prometida).
La primera "cruz simbólica", en forma escueta, lineal y estilizada, fue la "cruz griega", que constaba de cuatro brazos perpendiculares entre sí y del mismo tamaño. Cruz esta utilizada con fines mágicos, talismánica y ritual, en ocasiones pintada de color rojo sobre la frente, o incluso tatuada en partes menos ostensibles del cuerpo.
A principios del siglo V aparece ya la "cruz latina" con carácter simbólico y ornamental. Por ejemplo, la que se ven en el mosaico del ábside de Santa Prudencia en Roma, sobre el Cristo entronado rodeado de sus apóstoles. Los cristianos habían comenzado a olvidar todo el cruel tormento que Jesús había sufrido para "redimir el pecado", y la imagen de la cruz debería recordárselo.
Poco después, en tiempos del Papa Celestino I (año 432), precisamente por lo que hemos expuesto, aparece sobre la puerta de la iglesia de Santa Sabina, en Roma, la que según algunos autores es la imagen más antigua de Jesús crucificado.
Esta imagen del crucificado (del latín "crucifixus", fijado en la cruz), que ahora identificamos instintivamente como específicamente cristiana, no apareció mostrando toda la crueldad de esa muerte, expuesta públicamente hasta bien entrado el siglo VI. E incluso entonces despertó verdadera indignación y escándalo entre los propios fieles. Este hecho fue reseñado por algunos cronistas cristianos, como el padre Maxime Gorce, quién escribía:
"Lorsq'en 560, environ, á Narbonne, tut exhibé
pour la premiére tois le crucifix avec le
corps du suplicié, selon le témingnage de
Grégoire de Tours, ce fut un épounvantable
et fort compréhensible scandala..."
"Cuando en el año 560, aproximadamente, en
Narbona fue exhibido por vez primera el
cuerpo del ajusticiado (Cristo), según el
testimonio de Gregorio de Tours,
esto constituyó un espantoso
y muy comprensible escándalo..."
Excepcionalmente existen algunos crucifijos del siglo II, como el que aparece en una gema de los herejes gnósticos, conservada en el museo de Berlín, y que no representa a Jesús de Nazaret, si no que es una imagen esotérica de Orfeus Bakkikos, correspondiente a los cultos mistéricos de Dionísios-Zagreus, quien esotéricamente representa en Alquimia la misteriosa "agua mercurial" de los filósofos herméticos, esencia de la legendaria Piedra Filosofal que convierte al animal humano (plomo) en criatura divina (oro).
Además de Jesús de Nazaret, otros místicos relevantes, como el extraordinario contemplativo sufí All Hallaj, sufrieron terribles tormentos y murieron crucificados. En el caso de Hallaj, en una cruz Tau.
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