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APASIONADO DEBATE SOBRE ECM
CON EL DR. ALEJANDRO PARRA
Incluso quienes nos mostramos escépticos con la creencia en que la consciencia sobrevive a la muerte física hemos de reconocer que el último trabajo del Dr. Alejandro Parra es abrumador. Más allá de mitos, supersticiones y folclore, Parra ha realizado una investigación impecable sobre las ECM y otros fenómenos afines en el ámbito de la enfermería, y ofrece un ingente cantidad de referencias y reseñas a estudios científicos anteriores, convirtiendo su nueva obra: “El último abrazo de despedida” (Luciérnaga, 2019), en una fuente de consulta imprescindible para todo interesado. Le entrevistamos en exclusiva.
-Este proyecto surge de una tesis de grado de una de tus alumnas: Paola Giménez Amarilla. ¿Cómo se le ocurrió focalizar su estudio en las enfermeras?
-Aunque he venido coleccionando cientos de experiencias humanas excepcionales a lo largo de mis investigaciones en parapsicología en los últimos 30 años, la idea de entrevistar enfermeras y coleccionar sus experiencias comenzó con el interés de una tesis de grado de la enfermera Paola Giménez Amarilla, una estudiante de psicología en la Universidad Abierta Interamericana de Buenos Aires. Actualmente soy investigador categorizado, y docente universitario en Psicología. Ella es enfermera profesional, y la estimulé a conducir una amplia cantidad de entrevistas a sus colegas en un hospital del sur de la provincia de Buenos Aires. Durante una clase tutorial, cuando discutimos la metodología de su investigación, decidimos llevar a cabo un estudio bajo un diseño cuantitativo cuyo objetivo era –inicialmente– describir el tipo de experiencias en el ámbito hospitalario, acompañado de medidas psicológicas para evaluar la propensión a la alucinación, la capacidad de absorción/concentración en tareas, que son constructos asociados a una personalidad propensa a experiencias de “encuentro” con lo sobrenatural, y descartar el “estrés laboral”.
-Tras su tesis, tú decides ampliar el estudio buscando un universo de casos mayor ¿Cómo te llegaron los casos?
-Sus resultados fueron tan reveladores que –cuando mi estudiante se graduó exitosamente– continué ampliando el estudio con otras medidas psicológicas (esquizotipia y empatía), y además, entrevisté a docenas de enfermeras y cuidadoras profesionales convocadas a través de redes sociales en internet, anuncios en el sitio web del Instituto de Psicología Paranormal de Buenos Aires, y contactos con estudiantes de enfermería, y Jefes de Servicios en hospitales, hogares de ancianos, sanatorios y clínicas en la ciudad de Buenos Aires y alrededores. La red de contactos que produje resultó en una magnitud asombrosa de testimonios de enfermeras, pacientes y sus familiares, y autoridades hospitalarias, muchas de las cuales resultaron muy gentiles al ofrecerse voluntariamente a contactarme con otras enfermeras dispuestas a compartir sus experiencias y de este modo, sumar más casos a mi colección. Es un procedimiento técnicamente conocido como “bola de nieve”.
Este estudio fue posible gracias a dos subsidios, uno otorgado por la Society for Psychical Research en Londres y otro por la Fundación BIAL de Portugal. Publiqué antes los resultados de nuestro estudio en revistas de enfermería profesional, Enfermeria Universitaria, Cuidarte, y Ciencia & Cuidado, y dos artículos en la prestigiosa revista norteamericana Journal of Scientific Exploration en inglés. Esta publicación también produjo un impacto formidable en docenas de portales de enfermería, medicina y salud mental.
(por ej. http://www.historydisclosure.com/study-shows-55-nurses-report-paranormal-experiences/).
(por ej. http://www.historydisclosure.com/study-shows-55-nurses-report-paranormal-experiences/).
También lo expuse en la convenciones anuales de la Parapsychological Association organizadas por el Institute of Noetic Science de Petaluma, en California, y la Society for Psychical Research en Londres el año pasado.
-Tu libro esta repleto de referencias a estudios científicos previos sobre las ECM y otras experiencias en torno a la muerte. Sin embargo, y a pesar del brutal volumen de datos que aportas, la creencia en la supervivencia de la consciencia tras la muerte sigue siendo una cuestión de fe… ¿Qué hemos hecho mal?
-Creo que el problema de la supervivencia es un tema abordado con mucha desinteligencia. La realidad es que no tenemos evidencia científica, en rigor, tenemos una colección de casos especulativos que suelen ser usados como “evidencia.” Esto es diferente. Al menos, una manipulación ideológica y sesgada de la evidencia. Es cierto que la literatura es abundante, pero estamos aún muy lejos de la evidencia “crucial”: lo que se espera que se produzca en un futuro.
Ahora son las neurociencias quienes tienen las ansiadas (y potenciales) respuestas, asi como antiguamente las tuvo la religión, la filosofía en el siglo XVII, el espiritismo desde Allan Kardec y la parapsicología moderna. Por ejemplo, para la parapsicología las evidencias especulativas tomaron forma con los estudios de recuerdos de vidas pasadas en niños (casos sugestivos de reencarnación) llevadas a cabo por Ian Stevenson en la Universidad de Virginia en los 60 y 70, el carácter de veridicabilidad de los testimonios de Experiencias Cercanas a la Muerte por Bruce Greyson y sus colegas, y las Experiencias fuera del Cuerpo, por ejemplo, cuando el paciente relata haber “visto por fuera de su cuerpo” circunstancias que sería imposible describir bajo anestesia u otro estado mental disminuido. Este carácter, las distingue de cualquier forma de alucinación para otros escépticos.
Desde el 2000, se han producidos cambios drásticos de esta perspectiva. Tenemos nuevas pero “viejas” anomalías, por ejemplo, el fenómeno de la “lucidez terminal” es una de éstas; es decir, el surgimiento repentino de recuerdos y un estado mental “apto” y claridad mental en pacientes neurológicamente deteriorados momentos antes de morir, o los recuerdos, apetencias y fobias anómalas de pacientes que han recibido órganos de sus donantes sin contacto previo entre ambos, o los protocolos de investigación diseñados para investigar la mediumnidad en el Windbridge Institute a cargo de Julie Beischel, asi como otros fenómenos biológicos anómalos (en palabras del biólogo Michael Nahm) quien comenzó a recoger casuística del fenómeno conocido como encanecimiento súbito del cabello (sudden-whitening), en el que víctimas de eventos anómalos traumáticos (abducciones, posesiones, y otros) experimentan sus cabellos total o parcialmente blanqueados.
Hay otros estudios recientes sobre percepción extrasensorial de Diane Powell detalladamente descritos en su obra The ESP Enigma: The scientific case for psychic phenomena (2008), una neuropsiquiatra que trabaja con niños autistas. Estos niños parecen superan al mejor de los psíquicos conocidos a la fecha. Hay otros estudios formidables, también recientes, por ejemplo, casos de escritura, lectura, habla y comprensión verbal anómala, esto es, personas que pueden leer un texto o comprender un idioma que nunca han aprendido; hasta ahora sólo conocíamos los fenómenos de xenoglosia y glosolalia en parapsicología, ampliamente estudiados desde el espiritismo. Pero estos savants (sabios) presentan modos cognitivos absolutamente anómalos y existe un abanico de interpretaciones normales y paranormales para explicarlos. Por supuesto, debemos decir que quizá no sean fenómenos paranormales per se, pero son biológica y cognitivamente raros e inusuales. Específicamente, en nuestro estudio en hospitales, por ejemplo, recogimos un número de casos de “resucitaciones de bebés”, esto es, casos de neonatos declarados clínicamente muertos, que minutos más tarde médicos y enfermeras dan testimonio de sus resucitaciones de manera espontánea, con apenas una acción mecánica, y bajo condiciones biológicas imposibles. No hay ninguna cuestión religiosa asociada. Aparece sólo un caso en mi libro, pero incluso ninguno de éstos ha sido clínica ni científicamente examinados de manera exhaustiva en la literatura médica. A veces por ignorancia, otras por temor. Estos fenómenos son anómalos, no porque sean “paranormales” por definición, sino porque al extender los límites de nuestra comprensión del funcionamiento de los procesos que la ciencia cree conocer, en sentido inverso, humilla nuestro presunto saber y derrumba los cimientos de los que la ciencia cree que es razonable y esperable en el conocimiento.
Entonces, desde 2010 a la fecha se comienza a prestar atención al estudio de las ECM y otros fenómenos para-ECM. Estas anomalías ahora se cuentan por docenas (y las redes sociales nos han ayudado mucho a relevarlas!) tal como lo confiesan biólogos y físicos que antes no se animaban abiertamente frente a sus colegas. En los noventa nos quejábamos del desinterés y el escepticismo de los científicos por estas cuestiones. Pero ahora, el paradigma de la complejidad es un modelo epistémico que simpatiza con el estudio de ciertas anomalías que otrora fueron patrimonio de la parapsicología, a la que consideran una disciplina “de aproximación.” La palabra anomalía debe comprenderse, naturalmente, desde la perspectiva de Thomas Kuhn, quien “regañaba” la ceguera y la necedad de la epistemología clásica por su falta de tolerancia a ampliar el paradigma y comprender nuevos (pero viejos) problemas del conocimiento.
-Desde el primer estudio de William Barrett, y aunque la mayoría de la literatura se centra en testimonios de cirujanos, anestesistas, etc., existen muchos trabajos sobre las enfermeras. ¿Qué diferencia su experiencia con los enfermos terminales y sus ECM de la de los médicos?
-El cuidado espiritual es esencial en todas las áreas clínicas, pero particularmente en los hogares de ancianos y hospicios. Los médicos pueden sentirse no capacitados para responder a las necesidades espirituales debido a una educación inadecuada o falta de entrenamiento, o a suponer que las necesidades espirituales deben ser atendidas por sacerdotes, capellanes u otros agentes. En los Estados Unidos, se examinó la espiritualidad en la práctica de la enfermería trabajando en dos grandes centros de salud y se encontraron diferencias entre las enfermeras cuyos programas de enfermería estaban preparados para satisfacer las necesidades espirituales y que enseñan maneras de incorporar la atención espiritual en la práctica y programas de enfermería que no incorporaban tales saberes.
Escribir y comunicar estas experiencias puede tener beneficios para todos los involucrados. Por ejemplo, las enfermeras podrían estar bien posicionadas para atender a los murientes, sus familias y amigos, y a aceptar estas experiencias extraordinarias en el proceso de morir, advertir que estos fenómenos no son infrecuentes y que incluso pueden ser placenteros para el muriente –un “puente” que puede ser funcional en favor de la “normalización” de una experiencia potencialmente malinterpretada y aterradora.
-Estudios esperanzadores, pero existen trabajos como el de Charles Q. Choi (Scientific American, 2011) que tras encuestar 50 casos de testimonios clásicos de ECM de personas personas que tras un accidente, traumatismo, etc, creían haber estado muerto, descubrió que 30 de ellos nunca habían llegado a un estado crítico cercano a la muerte, aunque ellos lo creían y su mente generó una ECM típica… ¿No demostraría este estudio que las ECM son alucinaciones creadas por el cerebro de quien se cree al borde de la muerte, incluso aunque realmente no lo esté?
-Existen al menos tres diferencias funcionales básicas entre una alucinación y una aparición fantasmal. En primer lugar, en la alucinación el individuo que la experimenta tiene la convicción irreductible de que el fenómeno tiene origen fuera de él mismo; en segundo lugar, es incapaz de distinguir entre la alucinación y la imaginación; y, en tercer lugar, existe una imposibilidad de –o, por lo menos, una dificultad para– alterar o disminuir la experiencia por deseo expreso de la persona. En consecuencia, las alucinaciones no necesariamente son indicadores de episodios psicóticos; lo son solo cuando ocurren con cierta frecuencia y generan malestar. Las apariciones, en cambio, estas visiones tienen la particularidad de parecer vivas y “reales”.
Además, estas experiencias de “proximidad a la muerte” pueden ocurrir en situaciones en las que la muerte parece inevitable, pero la ECM suele ser una experiencia más transformadora que traumática per se, y provoca mayor sensibilidad e intuición, cambios profundos en el significado de la vida a nivel axiológico (valores humanos, solidaridad y empatía) y a nivel espiritual (refuerzo de la creencia en Dios o un poder superior, o sensación de certeza acerca de la existencia de un poder sagrado o cósmico), y la pérdida –o al menos la disminución significativa– del miedo a la muerte, así como una menor tasa de reincidencia en el suicidio.
Las ECM cuestionan nuestras ideas acerca del problema mente-cerebro. Por ejemplo, mientras que John Eccles, el famoso neurofisiólogo australiano y premio nobel, solía decir que “el cerebro está aún por descubrir”, en el otro polo, el psicólogo estadounidense James Alcock –un crítico escéptico– cierta vez describió a la parapsicología como “un sistema de creencias y no una ciencia probada”. Por cierto, “probada” también expresa una creencia. Debido a que la ciencia es un sistema abierto, nada puede ser probado o no probado. Las hipótesis se pueden confirmar o refutar, los experimentos se pueden replicar o no se pueden replicar. Pero la palabra prueba está reservada más para las matemáticas y la lógica que para nuestras disciplinas.
-Es razonable, pero ¿qué opinas del Síndrome de Cotar, el síndrome del cadáver ambulante y otras patologías en las que el enfermo se cree muerto aunque no lo esté? ¿No podrían explicar también esas visiones?
-El problema que el Síndrome de Cotar es una patología severa. Y confundir una enfermedad mental con una experiencia cercana a la muerte, no es un hacer justicia con docenas de testimonios genuinos en individuos que han sido existencial y espiritualmente transformados después de su ECM.
-Otro tema incómodo… ¿Existe algún trabajo específico sobre la compilación de testimonios de ECM negativas o desagradables, en el ámbito de las enfermeras? Como personal sanitario más cercano a los enfermos, deberían ser la primeras en conocer esos casos tan marginados en la bibliografía… ¿no?
-El único estudio serio que se me viene a la mente es Dancing Past the Dark [Bailando más allá de la oscuridad] de Nancy Evans Bush, quien fuera Presidente de la International Association for Near-Death Studies (IANDS) y que tuvo su propia experiencia en su juventud. Bush encontró que una de cada cinco experiencias cercanas a la muerte no son pacíficas como se relata, sino que están marcadas por el miedo, el vacío y, a veces, percepciones “infernales” y negativas. Basada en años de investigación, ella relata numerosas anécdotas en primera persona que ayuda a integrar estas experiencias en la vida del superviviente, y sus posibles intervenciones para enfermeras y terapeutas que pueden encontrarse con pacientes que tuvieron una visión “angustiosa” en el lecho de muerte o una ECM. Aunque Bush tiene formación religiosa, sin embargo, su objetividad es impecable al retratar una imagen menos idealizada de las ECM, en contraste con la paz y felicidad que algunos dicen experimentar.
-Me inquieta que el problema, Alejandro, es que tanto los testimonios de experiencias positivas como negativas en las ECM son eso… testimonios. Se me ocurre que, como en casi todos los estudios sobre anomalías, partimos del supuesto de que el testimonio humano recopilado por el investigador es veraz… Pero ¿no crees que un porcentaje no calculado de esos relatos pueden ser fraudes, engaños, fabulaciones conscientes? Como el caso de Alex Malarkey que se hizo famoso y rico con su libro “The Boy Who Came Back From Heaven” narrando su supuesta experiencia de vida después de la muerte, y que finalmente confesó que todo era mentira… ¿Cómo saber si el testigo que relata una ECM, como un avistamiento OVNI, un encuentro con fantasmas o cualquier otra anomalía, no nos está contando lo que queremos oír?
-Depende del contexto, el método y el instrumento que emplees en cada caso. La hipótesis de la fabulación puede ser válida para un puñado de casos, pero no para todos. Gran parte de las ciencias sociales, como la antropología y otras ciencias sociales, están basadas en métodos de interviews-in-deep (entrevistas en profundidad). En mi experiencia clínica, por ejemplo, cuando trabajo con experiencias paranormales perturbadoras, como terapeuta asumo naturalmente que la experiencia es genuina sólo porque para el cliente lo es: Es su realidad psíquica, no la mía. Hay otros testimonios más controvertidos. Recuerdo que en los setenta, en Caracas, un psicólogo colega examinó un caso de poltergeist típico en el que no sólo el presunto “epicentro” acabó siendo un fabulador; toda la familia había engañado a sus médicos, sacerdotes y medios de prensa. El caso resultó una “planeada venganza” contra la dueña de la casa que nunca pudo vender aquella propiedad después que la familia que arrendaba la casa fueron expulsados. Por supuesto, a nadie le gusta comprar una casa embrujada. La propiedad se desvalorizó completamente. En otro caso, una antropóloga argentina supo tener muchas discusiones con chamanes que eran hábiles para engañar a los miembros de sus comunidad haciéndoles creer que tenían poderes sobrenaturales, pese a que otros antropólogos americanos habían quedado fascinados por “los sorprendentes fenómenos en torno a materializaciones que producían estos chamanes”. Ian Stevenson, famoso por sus estudios sobre casos sugestivos de reencarnación, también solía llevar a cabo un estudio casi “policial” de sus famosos birthmarks (o marcas de nacimientos en niños que recuerdan vidas pasadas), y descubrió que al menos dos de ellos habían sido manipulados.
También es cierto que muchos testimonios de ECM y abducciones podrían ser falsas. Hay un conocido fenómeno conocido “embellecimiento con el tiempo” que se perpetúan en la literatura adicionando detalles y exageraciones que terminan eliminando contradicciones que atentan contra el carácter paranormal o sobrenatural del testimonio. Yo apliqué este método sencillamente re-entrevistando a algunos casos, seis meses, un año y hasta dos e incluso diez años más tarde, para evaluar distorciones longitudinales en los testigos. Encontré que apenas el 5% distorsionaba o “embellecía” su testimonio con nuevos datos o adiciones falsos. La respuesta es clara, sólo un investigador competente está entrenado para extraer conclusiones confiables, pero es necesario seguir un protocolo de investigación. Es alarmante el número de colectivos de “cazafantasmas” que capturan supuestas fotografías y que sólo consiguen engañarse a si mismos.
-Me parece interesantísima tu referencia a la relación entre las ECM y los sacerdotes, pastores, párrocos, etc, de los hospitales… ¿Existen trabajos similares en relación a rabinos judíos, imanes musulmanes, monjes budistas, etc.?
-La nueva ciencia de las ECM –un campo con patrimonio suficiente para independizarse de la parapsicología– ahora abarca no sólo a ciencias tradicionales como biología y la medicina, sino que se extiende a la religión. A todas las religiones, incluyendo sus sincretismos en todas las culturas. Por ejemplo, David Presti publicó este año Mind Beyond Brain: Buddhism, Science and the Paranormal [La Mente Más Allá del Cerebro; Budismo, ciencia y lo paranormal] (2019) un manual sobre ECM para budistas, el rabino Kevin R. Williams publicó el libro Near-Death Experiences and Judaism [Experiencias Cercanas a la Muerte y Judaísmo] que ha tenido buena aceptación en la comunidad religiosa ortodoxa, y la médica musulmana A. Suleman A passage to eternity [Un pasaje a la eternidad] (2004), por mencionar unos pocos casos recientes (también hay varios artículos con mormones, y otros cultos).
Por ejemplo, en tiempos de Moody (los setenta), la comunidad católica veía con escepticismo a la ECM. Cuando algunos testimonios pusieron énfasis en las ECM “negativas” (sobretodo de suicidas), sirvió como argumento potencial para defender la existencia del “infierno”…! Sin embargo, cuarenta años después la evolución del estudio de las ECM mejoró sustancialmente y ahora no sólo se amplió su rango por fuera de la religión, sino incluso como un soporte terapéutico en psicología (por ejemplo, para psicoeducar a pacientes terminales o dar alivio al sufrimiento por el duelo a sus familiares), como un fenómeno social y cultural (el impacto de la ECM en culturas diversas, desde los cherokees en norteamérica a los mapuches en sudamérica), y más recientemente para las neurociencias: las neuro-ECM, esto es el estudio de una ECM capturada por Resonancia Magnética funcional (aún bajo estudio).
-Sugieres que sería aconsejable una formación de esos líderes religiosos y de las enfermeras en materia de ECM ¿Cuál sería esa formación?
-Pocas escuelas de enfermería se ocupan del asunto. Sin embargo, particularmente, las enfermeras y algunas escuelas de enfermería han abierto sus puertas a discutir la experiencia a causa de que la enfermera recibe de “primera mano” estas experiencias de sus pacientes. Tuve la fortuna de dictar varias conferencias en escuelas de enfermería y hay un colectivo en Argentina y España que incluye este tema en su programa de cuidados paliativos. Por ejemplo, Palium en Argentina y el Grupo Espiritualidad, un equipo integrado psicólogos como parte de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL) desde 2004. El problema es que nuestros países aún son resistentes o rehacios a incluir tales estudios.
-Tu trabajo es impecablemente objetivo, enunciando los estudios más críticos y los más optimistas, pero tras tu experiencia con este proyecto ¿crees que la consciencia sobrevive a la muerte o se trata de alucinaciones que nos facilitan el tránsito a la desaparición?
-Alucinaciones categóricamente no son. Pero temo que mi respuesta está “En Construcción“ como rezan aquellos sitios web inconclusos. A esta altura de mi vida, y de mis investigaciones y lecturas, puedo decir que tengo una (pequeña) convicción de que alguna forma de supervivencia es posible. Y me gusta hacer muchas bromas con mis amigos sobre esto, como amenazarles con molestar con mis visitas por la noche para aterrorizarles, o aconsejarles tener cerca un tablero OUIJA si no funciona Internet!
En mi adolescencia y poco más allá, me declaraba categóricamente ateo, incluso usando los argumentos de la parapsicología, o una postura algo anti-teísta y decididamente rebelde. Creo que casi todos atravesamos estas etapas naturales en la vida. Pero si al final de mi vida (a mis noventa!) me convirtiese en un firme creyente en la vida después de la muerte, no podría predecir si este cambio será debido al temor por la proximidad de mi natural extinción, o a causa de que la evidencia y los estudios (futuros) me adicionarán más comprensión que va a responder mis dudas actuales.
En el entremedio, puedo decir que quizá la naturaleza nos haya dotado de la capacidad de sobrevivir a la muerte, como nos dotó alguna vez de lenguaje, pensamiento complejo, y otras condiciones adaptativamente singulares que nos distinguen del resto de las especies animales. Si como algunos expertos dicen, estamos “destinados” a sobrevivir por fuera del planeta tierra y conquistar otros mundos potencialmente habitables, ¿Por qué no podríamos también conquistar –en un futuro aún más lejano- la supervivencia después de la muerte? Es muy temprano para afirmarlo, tecnológicamente hablando. Pero si al menos una parte de nosotros sobrevive a través de un “primitivo” trasplante de órganos, acaso la posibilidad de grabar y transportar nuestra consciencia o la personalidad a otro cuerpo, o a una computadora, ¿no podría ser una conquista para el próximo milenio, o incluso antes? Yo creo difícil la supervivencia sin cuerpo físico, la así llamada la conciencia “desencarnada”. Algún medio o soporte físico es un requisito necesario.
De modo que reducir la vida después de la muerte a un “fantasma que se menea dentro un terciopelo blanco” me parece ridículo e infantil. Pero creo posible que en un futuro podamos probar la supervivencia después de la muerte, sea parcial o completamente. Después, tendremos que resolver otros problemas, por ejemplo, la comunicación con esa conciencia “transportada”. Pero no puedo hasta aquí más que aventurar tanto futuro. Es como escribir una seductora obra de ciencia ficción.
*Doctor en Psicología, y profesor de esta materia en la Universidad Abierta Iberoamericana de Buenos Aires, Alejandro Parra es presidente del Instituto de Psicología Paranormal de Argentina desde 1993.
Autor de doce libros, entre ellos: “Historia de la Parapsicología en la Argentina” (1990), “Fenómenos paranormales: Una introducción a los eventos sorprendentes” (Kier, 2003), “Sueños: Cómo interpretar sus mensajes” (Kier, 2005), “Las alas de Psique: Extender la Mente más allá de los límites”. Volúmenes 1 y 2 (Antigua, 2014), “Mente sin Fronteras: Desafíos para la Psicología del siglo XXI. El problema de la dualidad mente/cerebro” (Antigua, 2014), y “Ojos invisibles: La cruzada por la conquista del espíritu, una neurociencia de las experiencias paranormales” (2015), “El último abrazo de despedida” (Luciérnaga, 2019) es su obra más reciente.
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