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En las colonias inglesas de América, algunos líderes de la Revolución fueron masones, entre los que se encontraban George Washington, Benjamín Franklin (a quien también se le atribuye haber participado en movimientos rosacruces) y Alexander Hamilton.
Los ideales de estos hombres -semejantes a los de la ilustración en el siglo XVIII, como acordes con el ideario masónico- tales como la libertad de expresión, de prensa, de cultos, de un gobierno representativo basado en la soberanía popular, y la supresión de arrestos arbitrarios, todo ello fue incorporado a la recién creada Constitución Americana. La independecia de las 13 colonias tuvo en gran medida el apoyo e influencia de los masones de la época: de las 56 firmas que figuraban en la declaración de independecia de Estados Unidos, 9 eran de masones y de sus Presidente posteriores ¾ partes también lo han sido.
La Masonería en el continente europeo.
Mientras que la Masonería de tradición anglosajona se ha mantenido fiel a sus principios constitucionales, no fue así en gran parte de la Orden en el continente. Algunos sectores de la Masonería francesa, belga, alemana y amplios sectores de la italiana y la española, se fueron separando progresivamente de la obediencia inglesa creando nuevas obediencias, ritos, grados y ceremonias. Las convicciones socio-políticas de la época, como el sentimiento filantrópico del siglo XVIII o el gusto por todas las cosas misteriosas en el XIX influyeron en ello.
Pero fueron sobre todo las circunstancias socio-politticas del momento las de determinaron la desviación ideológica de esta otra tradición masónica, más partidaria por ejemplo, de una “religión natural”. Algunos monarcas toleraron el movimiento, incluso se afiliaron a él, como Federico el Grande de Prusia. Otros lo rechazaron de plano por entender que sus ideales de libertad y progreso para todos, eran una grave amenaza para sus intereses y su poder político.
Los ideales de estos hombres -semejantes a los de la ilustración en el siglo XVIII, como acordes con el ideario masónico- tales como la libertad de expresión, de prensa, de cultos, de un gobierno representativo basado en la soberanía popular, y la supresión de arrestos arbitrarios, todo ello fue incorporado a la recién creada Constitución Americana. La independecia de las 13 colonias tuvo en gran medida el apoyo e influencia de los masones de la época: de las 56 firmas que figuraban en la declaración de independecia de Estados Unidos, 9 eran de masones y de sus Presidente posteriores ¾ partes también lo han sido.
La Masonería en el continente europeo.
Mientras que la Masonería de tradición anglosajona se ha mantenido fiel a sus principios constitucionales, no fue así en gran parte de la Orden en el continente. Algunos sectores de la Masonería francesa, belga, alemana y amplios sectores de la italiana y la española, se fueron separando progresivamente de la obediencia inglesa creando nuevas obediencias, ritos, grados y ceremonias. Las convicciones socio-políticas de la época, como el sentimiento filantrópico del siglo XVIII o el gusto por todas las cosas misteriosas en el XIX influyeron en ello.
Pero fueron sobre todo las circunstancias socio-politticas del momento las de determinaron la desviación ideológica de esta otra tradición masónica, más partidaria por ejemplo, de una “religión natural”. Algunos monarcas toleraron el movimiento, incluso se afiliaron a él, como Federico el Grande de Prusia. Otros lo rechazaron de plano por entender que sus ideales de libertad y progreso para todos, eran una grave amenaza para sus intereses y su poder político.
El enfrentamiento Iglesia / Masonería.
En 1.738, unos 20 años después de su implantación en toda Europa, la Fraternidad entra en conflicto con la Iglesia, al ser denunciada públicamente por el Papa Clemente XII que prohibió a todos los católicos tomar parte en cualquier actividad masónica, bajo pena de excomunión. La Masonería en el continente europeo (no tanto en la Europa insular) sí participaría activamente en algunos movimientos políticos. Así algunos autores hablan de su influencia en el estallido de la Revolución Francesa (1.789 - 92), contribuyendo a su ideario a través de las ideas prodigadas por algunos de sus más influyentes miembros, como Diderot, D´Alembert, Montesquieu, Rouseeau, Condorcet, y probablemente Voltaire.
Los más destacados líderes fueron también masones: Desmoulins, Saint Just, Hebert, Fouché... Hasta el mismo Napoleón, más tarde, se iniciaría en la Logia Hermes.
Los más destacados líderes fueron también masones: Desmoulins, Saint Just, Hebert, Fouché... Hasta el mismo Napoleón, más tarde, se iniciaría en la Logia Hermes.
En 1849 el “Gran Oriente Francés” definía a la Masonería como una sociedad filosófica, filantrópica y progresista, cuyo principio fundamental era la creencia en Dios. En 1877 iría más lejos afirmando que para ser masón no era necesario creer en Dios, en la inmortalidad del alma ni tampoco obligatorio jurar sobre la Biblia y que cada hombre es responsable sólo ante su conciencia. Las Logias Inglesas y norteamericanas rompieron entonces relaciones con el Gran Oriente Francés así como con todas aquellas Grandes Logias que siguieron su ejemplo.
Así pues, mientras los masones ingleses, como tales, se abstendrían de participar activamente en movilizaciones políticas, en el continente surgirían movimientos con carácter socio-político como los carbonarios, en Italia, sociedad secreta del siglo XIX comprometida en la unificación italiana; estuvo principalmente formada por masones y su filosofía era similar a la Orden.
El Movimiento Carbonario, los Comuneros y una Masonería pro-republicana se extenderían después por toda Europa (1821-40) de la mano de los movimientos socialistas utópicos (Fourier, Owen, Saint-Simón, etc...).
En España se introducirá con las tropas napoleónicas, llegando a ser José Bonaparte su Gran Maestre. Se mantendrá en lucha contra algunos gobiernos y la Iglesia durante todo el siglo XIX, floreciendo en los momentos triunfantes del Liberalismo -Trienio Liberal, gobiernos progresistas- (1.820-23).
El Movimiento Carbonario, los Comuneros y una Masonería pro-republicana se extenderían después por toda Europa (1821-40) de la mano de los movimientos socialistas utópicos (Fourier, Owen, Saint-Simón, etc...).
En España se introducirá con las tropas napoleónicas, llegando a ser José Bonaparte su Gran Maestre. Se mantendrá en lucha contra algunos gobiernos y la Iglesia durante todo el siglo XIX, floreciendo en los momentos triunfantes del Liberalismo -Trienio Liberal, gobiernos progresistas- (1.820-23).
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